Análisis:Zapping

Los indignados

En Corazón de verano (TVE-1) veo unas imágenes sintomáticas. El programa suele contar las peripecias de los famosos, las familias reales o irreales y otros colectivos organizados del mundo de la popularidad.

En verano, salen pareos y fiestas a las que los invitados acuden debidamente bronceados, hidratados, masajeados y depilados, provocando el lógico resentimiento de las clases más desfavorecidas. De repente, entre tanta frivolidad, vi a Mario Conde regresando a la cárcel después de un permiso de cinco días concedido por el juez. El ex banquero estrella de la pasada década arras...

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En Corazón de verano (TVE-1) veo unas imágenes sintomáticas. El programa suele contar las peripecias de los famosos, las familias reales o irreales y otros colectivos organizados del mundo de la popularidad.

A la sombra

En verano, salen pareos y fiestas a las que los invitados acuden debidamente bronceados, hidratados, masajeados y depilados, provocando el lógico resentimiento de las clases más desfavorecidas. De repente, entre tanta frivolidad, vi a Mario Conde regresando a la cárcel después de un permiso de cinco días concedido por el juez. El ex banquero estrella de la pasada década arrastraba su maleta de ruedecitas y se dirigía hacia la cárcel con notable dignidad. Que las cámaras de Corazón de verano estuvieran allí me pareció un acto cruel, sí, pero coherente: si los paparazzis le perseguían cuando era un triunfador, también es justo que, como televisión pública, nos recuerden los peligros de triunfar demasiado.

Acné

El canal autonómico 33 emite una aleccionadora serie de dibujos animados llamada Daria. No está recomendada para menores de 13 años y describe el mundo de Daria, una adolescente introvertida, apática y cáustica. Simplificando, podría decirse que retrata un universo parecido al de American Beauty pero sin pétalos de rosa en la mente de un pajillero cuarentón. Aquí todo es cruelmente depresivo: familias ricas pero desestructuradas por su propia opulencia material, hijos desquiciados matriculados en escuelas a lo Elephant y unos diálogos que parecen la secuela de un exceso de automedicación. En una escena, Daria regresa de la escuela con una amiga. Las dos ponen cara de desprecio cósmico. Acaban de asistir a un curso especial para recuperar la autoestima, impartido por un psicólogo idiota y petulante. La amiga de Daria le dice: "Me gusta tener la autoestima baja. Me hace sentir especial". Es la mejor descripción de la adolescencia que he oído en mi vida.

Indignado

En Mirando al mar (mañanas de Antena 3), Pepa Jiménez y Cristina Tárrega comentan las viejas imágenes de Francisco Umbral gritando: "He venido aquí a hablar de mi libro". En el documento-fósil, vemos la indignación del escritor y la incomodidad de Mercedes Milá. Pasados los años, queda claro que Umbral tenía razón. Y que cuando dijo que le llamaron para hablar de su libro y que apenas le dejaron tiempo para hacerlo tenía motivos para soltar: "Esto es un engaño, como toda la televisión". No fue esa la primera vez que Umbral habló de televisión. A finales de 2001, publicó un Diccionario para pobres que incluía esta definición de Valerio Lazarov: "Dícese de un realizador de televisión rumano al que los realizadores indígenas ponen a parir después de haberle plagiado casi todos los trucos".

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