TOUR 2004 | Quinta etapa

El espíritu de Pontarlier vela por Bernaudeau

Thomas Voeckler, 25 años, alsaciano criado en Martinica, hijo de un psiquiatra a quien le encantaba navegar -su hijo aún recuerda duras travesías del Atlántico a vela con toda la familia cuando tenía 10 u 11 años- y desapareció en alta mar hace 12 años, y de una anestesista de Tahití, quiere representar la sangre nueva del ciclismo francés, quiere ser el líder de los jóvenes que van a demostrar que se puede ejercer el oficio con dignidad, sin trampas, con honor y victorias.

Educado ciclísticamente en la guardería de Jean René Bernaudeau, no extraña pues que el nuevo campeón de Francia, ...

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Thomas Voeckler, 25 años, alsaciano criado en Martinica, hijo de un psiquiatra a quien le encantaba navegar -su hijo aún recuerda duras travesías del Atlántico a vela con toda la familia cuando tenía 10 u 11 años- y desapareció en alta mar hace 12 años, y de una anestesista de Tahití, quiere representar la sangre nueva del ciclismo francés, quiere ser el líder de los jóvenes que van a demostrar que se puede ejercer el oficio con dignidad, sin trampas, con honor y victorias.

Educado ciclísticamente en la guardería de Jean René Bernaudeau, no extraña pues que el nuevo campeón de Francia, el poseedor en préstamo del maillot amarillo del Tour, mantenga el mismo discurso que su director, el mismo Bernaudeau que no permitió que Joseba Beloki, su fichaje estrella para la temporada, siguiera utilizando una medicación comprometida para el asma, el mismo director de La Boulangère que al comienzo del Tour mostró su deseo de que la policía registrara a todos los equipos todos los días, el mismo veterano ex corredor y director que dijo que los del Euskaltel eran unos tramposos.

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Aunque tiene media cabeza implicada en la búsqueda de un nuevo patrocinador -poco antes de la marcha de Beloki La Boulangère había anunciado su retirada del pelotón tras dos años de patrocinio-, con la otra media, Bernaudeau, astuto y veterano, es capaz de manejar el Tour a la perfección. Ayer, antes de la salida, reunió a los suyos y, dirigiéndose sobre todo a los jóvenes, a su vivero -Chavanel, Pineau, Voeckler y Charteau-, les dijo: "A Armstrong le quema el amarillo, quiere soltarlo cuanto antes. Ésta es la nuestra. A por los cortes". Y le tocó el gordo. No la etapa, pero sí un liderato que se supone durará hasta los Pirineos en las espaldas de su chico. Funcionó una vez más el espíritu de Pontarlier, el recuerdo de aquella etapa del Tour de 2001 disputada bajo una lluvia gélida un par de días después de la contrarreloj por equipos en la que una docena de corredores llegaron a meta con casi 36 minutos de ventaja sobre Armstrong. Entre los fugados estaba un veterano de Bernaudeau, François Simon, quien pocos días después consiguió el maillot amarillo.

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