Reportaje:Eurocopa 2004 | Portugal-España: los favoritos, en la cuerda floja

Fantasía contra corriente

Deco, el astro brasileño cuya capacidad física ha crecido de modo espectacular en el Oporto, ha dejado fuera a Rui Costa

La defensa de España tendrá que tener hoy mucho ojo con Anderson Luis de Souza, un hombre más bien pequeño, de ojos oblicuos y tristes, como traspasado por una saudade que le ha dejado medio taimado, medio curtido, más espabilado y siempre listo para dar la vuelta a los partidos con un golpe de autoridad que por su aspecto nadie anunciaría. Le llaman Deco, es brasileño nacionalizado portugués y su capacidad física creció espectacularmente tras ponerse en manos de los médicos del Oporto. Es el media punta de Portugal y atraviesa uno de esos momentos dulces en que lo ve todo y se anima co...

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La defensa de España tendrá que tener hoy mucho ojo con Anderson Luis de Souza, un hombre más bien pequeño, de ojos oblicuos y tristes, como traspasado por una saudade que le ha dejado medio taimado, medio curtido, más espabilado y siempre listo para dar la vuelta a los partidos con un golpe de autoridad que por su aspecto nadie anunciaría. Le llaman Deco, es brasileño nacionalizado portugués y su capacidad física creció espectacularmente tras ponerse en manos de los médicos del Oporto. Es el media punta de Portugal y atraviesa uno de esos momentos dulces en que lo ve todo y se anima con todo. Tan despierto está y tan bien pone los últimos pases y lanza las faltas que, a pesar de ser extranjero, los hinchas lusos toleran con gusto que haya dejado a Rui Costa, ídolo nacional, en el banquillo. Eso, con el agravante de que el país vive sacudido por una ola de patriotismo exhibicionista sin precedentes.

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Rui Costa es el jugador más imaginativo y completo que dio Portugal en los últimos dos decenios. Lo protege el prestigio y su amistad con Figo. Pero tiene 32 años y se ha pasado la última temporada en el banquillo del Milan, languideciendo y en declive desde 2002, cuando acudió al Mundial de Corea y Japón prácticamente como espectador. Hace tres días, contra Rusia, su seleccionador, Luiz Felipe Scolari, lo mandó a donde van los jugadores que se disponen a cerrar su carrera, al banquillo, a la espera de unos minutos. En su lugar jugó Deco, que dio el primer gol y encaminó el partido.

Deco es un hombre tranquilo y algo tímido, pero desencadena grandes tensiones. La selección de Portugal se divide entre los que se arremolinan en torno a Deco, al amparo de su duende, y los demás. Los que no protegen a Deco son los veteranos, la guardia pretoriana de Figo, con Rui Costa y Couto como últimos exponentes. Los que abrazan a Deco son sus colegas del Oporto, esa mayoría silenciosa que encabezan Costinha, Maniche, Carvalho y el deportivista Andrade. El medio centro, el volante y los dos centrales han formado la espina dorsal de Portugal y saben que sin Deco perderían el rumbo.

"No hablo de los compañeros", dijo ayer Figo cuando le preguntaron por su Némesis. El extremo del Madrid, que disimula mal, no ha olvidado la grave lesión que le hizo Deco en el tobillo izquierdo, en 2002. Un pisotón del brasileño le lastró la articulación durante un año. Fue lo peor que ha sufrido en su carrera. Y Figo tiene poder, pero no el suficiente para evitar que Deco juegue en el equipo en vez de su amigo Rui Costa. "Deco es un hombre de gran valía para el conjunto", comentó Figo; "igual que los hombres que se tuvieron que quedar fuera por decisión del entrenador".

Contra el destino, contra los prejuicios, contra Graeme Souness, su preparador en el Benfica, y contra los símbolos nacionales portugueses, Deco ha remontado la corriente hasta situar su pequeño cuerpo en el centro del equipo anfitrión. Nació a 15.000 kilómetros de Portugal, en una barriada de las afueras de São Paulo, hace 26 años. Cuando tenía 19 lo único que había trascendido de él era que se trataba de un 10 escuálido: le llamaban Maradonita y había jugado unos meses en el Corinthians. Pero el mundo nunca contuvo la respiración por oír su nombre.

Llegó a Portugal hace ocho años, fichado por los ojeadores del Benfica, los mejores de Portugal. Pero Souness no vio nada en él y le mandó al Alberca, un club de Segunda. Allí pasó dos años. Fichó por el Salgueiro y del Salgueiro fue al Oporto en 1998. En el Oporto dio el salto de calidad.

Ahora Deco tiene la Liga de Campeones, la Copa de UEFA y un puñado de Ligas portuguesas. Hoy será la fantasía de Portugal contra España.

Deco se entretiene haciendo malabarismos con el balón.EFE

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