Reportaje:Eurocopa 2004 | El técnico que ha puesto el campeonato patas arriba

De defenestrado a héroe

Otto Rehhagel ha pasado de 'prejubilado' a gestor del mayor éxitode Grecia: superar a Portugal, la anfitriona, en la inauguración

Otto Rehhagel fue recibido por los hinchas griegos como un nuevo Agamenón. Terminaba el entrenamiento vespertino y el grupo de seguidores del Hellas le dedicó un canto más fragoroso que al propio Tsartas: "¡Otto, Otto, Reagghel...akis!".

El alemán ha pasado de un estado prejubilatorio en su país a convertirse en el típico entrenador que concentra toda la atención de un equipo. Desde que fue contratado por la federación griega, en octubre de 2000, no dejó de meterse en líos. De la mano de su esposa Beate, su máxima consejera, este hombre de 60 años empeñó toda su tenacidad en demo...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Otto Rehhagel fue recibido por los hinchas griegos como un nuevo Agamenón. Terminaba el entrenamiento vespertino y el grupo de seguidores del Hellas le dedicó un canto más fragoroso que al propio Tsartas: "¡Otto, Otto, Reagghel...akis!".

El alemán ha pasado de un estado prejubilatorio en su país a convertirse en el típico entrenador que concentra toda la atención de un equipo. Desde que fue contratado por la federación griega, en octubre de 2000, no dejó de meterse en líos. De la mano de su esposa Beate, su máxima consejera, este hombre de 60 años empeñó toda su tenacidad en demoler las viejas estructuras atenienses.

Después de librar un sinnúmero de batallas burocráticas, los resultados de su equipo mecanizado han comenzado a dar frutos. Para Rehhagel no fue gratuito. Antes de la victoria contra España, en Zaragoza, estaba en la cuerda floja. Lo apuntalaron para destituirle. Pero aquél 0-1 cambió su historia y la de una selección que ha puesto patas arriba el campeonato. Mañana se vuelve a enfrentar a España, en esta oportunidad en Oporto.

Fue despedido de cinco equipos antes de que los federativos helenos se fijaran en él
Más información

El ciclo profesional de Rehhagel parecía agotado cuando se marchó del Werder Bremen. Después de dirigir al club desde 1981 hasta 1995, tras ganar una Copa de la UEFA al Mónaco de Arsène Wenger, una Copa alemana y dos Bundesligas, divisó el final del camino. Fue contratado por varios equipos en crisis y fue despedido en cinco ocasiones. Nadie más se fijó en él para iniciar un proyecto nuevo. Hasta que aparecieron los griegos.

En la federación griega, Rehhagel descubrió que se metía en el coto de los tres grandes clubes de Atenas: el AEK, el Panathinaikos y el Olimpiakos. Para firmar su contrato, y tras estudiar la situación, puso una condición: el control total sobre la selección. La criba de funcionarios y el choque con la prensa, partidaria de los clubes, fue inmediato. Ante la crisis, la falta de resultados inmediatos no le ayudó. Pero el técnico se aferró a una idea elemental: contar básicamente con jugadores de los clubes atenienses y entrenarlos durante mucho tiempo. Ahí están Seitaridis, Nikopolidis, Venetidis, Kapsis y Zagorakis para dar prueba de su fe. Rehhagel los prefiere a ellos antes que a Nikolaidis, el delantero del Atlético, y los que juegan en el Mónaco. El efecto ha sido afeitar automatismos, ajustar movimientos defensivos, lograr una coordinación perfecta para presionar, robar la pelota, procurar jugarla con la mayor sencillez posible para no perderla y contragolpear.

En el entrenamiento de ayer, Rehhagel no dijo ni una palabra. Fue una clásica práctica suya. Diez contra diez en un campo reducido, partidillo tras partidillo y así durante dos horas. El único técnico que pegó una voz fue Ioannis Topalidis, su ayudante y traductor. Topalidis era un entrenador de cuarta categoría, griego criado en Alemania, rescatado por Rehhagel contra el criterio de la federación. El traductor y su esposa, que oficia de psicóloga en la sombra, son sus máximos baluartes, además de Goethe. El seleccionador griego es un romántico que no suelta el Fausto ni para hacer la alineación.

En el entrenamiento de ayer se entrevió lo que puede hacer Grecia contra España. Fue un simulacro en el que el equipo teóricamente suplente se paró como la selección de Iñaki Sáez. Nikopolidis, en la portería; en la zaga se colocaron Zeitanidis, Dellas, Kaspsis y Fysas; Papadopoulos y Yannacopoulos formaron un medio centro muy cerrado en torno a la figura del calvo Basinas, que distribuye y cierra, y en el ataque Tsartas jugó por detrás de Vryzas.

Al terminar la práctica, Nikolaidis dijo que lo que más le gusta de España es su banquillo: "Ahí tiene lo mejor, a Fernando Torres y a Valerón, los futbolistas más resolutivos de su plantilla".

Otto Rehhagel da instrucciones a los jugadores griegos.EFE

Sobre la firma

Archivado En