Crónica:Eurocopa 2004 | Primera jornada del Grupo C

Decepcionantes 'azzurri'

Dinamarca juega una primera parte notable y pone en un compromiso a una Italia tosca y desangelada

Las esperanzas de que el aperturismo que está impulsando el Milan en el calcio hubiera llegado también a la selección italiana se desvanecieron ayer en Guimarães. Italia fue, más o menos, la de siempre, por muchos delanteros que plantara Giovanni Trapattoni. Presidido por su rigor defensivo de siempre, su juego resultó tosco y desangelado, muy por debajo de sus excelentes futbolistas. Para que no hubiera dudas de su talante, Italia se defendió con 11 en las jugadas en contra a balón parado. Sin extremos y con un lamentable Del Piero, que entona el adiós a su carrera internacional, sólo ...

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Las esperanzas de que el aperturismo que está impulsando el Milan en el calcio hubiera llegado también a la selección italiana se desvanecieron ayer en Guimarães. Italia fue, más o menos, la de siempre, por muchos delanteros que plantara Giovanni Trapattoni. Presidido por su rigor defensivo de siempre, su juego resultó tosco y desangelado, muy por debajo de sus excelentes futbolistas. Para que no hubiera dudas de su talante, Italia se defendió con 11 en las jugadas en contra a balón parado. Sin extremos y con un lamentable Del Piero, que entona el adiós a su carrera internacional, sólo Totti permite pensar en algo grande para Italia. Otra cosa cabe prever de Dinamarca, que jugó una notable primera parte pese a disponer de unos recursos más limitados. Dominó el encuentro hasta que se sintió sofocada por el calor. Dio la impresión de quedarse deshidratada por las veces que acudieron sus jugadores al banquillo a beber. El partido fue intenso y con muchas llegadas por ambas partes. Las desbarataron dos grandes porteros. Ya se ha escrito todo sobre el italiano Buffon. Más desconocido es Sorensen, de 27 años, del Aston Vila, que detuvo varios disparos a bocajarro.

Jorgensen y Rommedahl fueron dos corrientes eléctricas lanzadas casi siempre por Tomasson
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Ningún buen aficionado debería perderse un partido de Dinamarca, que proclama un canto a la belleza del fútbol en cada campeonato. No importa que no cuente con grandes estrellas. Ni que se enfrente a la considerada mejor defensa del torneo, la italiana. Siempre juega al ataque, por los extremos, de frente. Ayer, el cuadro de Morten Olsen atacó hasta con seis hombres. Una marea roja. Dos por una banda, dos por la otra y dos por el centro. Fue una gozada. Todo, consecuencia de un trato sencillo a la pelota, lleno de naturalidad, respetando la memoria de Simonsen, Arnesen, Laudrup...

Jensen, volante del Murcia, se sacó un regate a lo Zidane (una especie de ruleta) y causó unos bufidos de excitación de los seguidores daneses y de los neutrales. No quería ni un pelotazo Morten Olsen, que saltó como un resorte, desmintiendo las muchas canas de sus cejas y su cabeza, para advertir a sus jugadores de que eso está prohibido para ellos.

Todo lo contrario sucede en Italia, que la emprendió a golpes con el Roteiro como si el balón tuviera la culpa. El equipo de Trapattoni es un embudo. Todo se reduce a un buen pase interior de Totti a Vieri, que, eso sí, siempre, en cada partido, se reserva un par de ellos. Tapado eso, no hay nada. No tiene ni laterales ni extremos capaces de progresar por los flancos. Panucci... ya se sabe: del centro del campo no pasa. Se lo prohíben su deficiente técnica y el sentido común. Zambrotta es un centrocampista defensivo reconvertido en lateral. Camoranesi no da la talla para ser internacional. Y Del Piero no tiene ya el cuerpo para que le hagan correr como interior izquierdo. Duele ver al jugador de la Juve en estas condiciones. Este gran talento ha llegado a los 29 años con pocas reservas. Y el fútbol suele ser cruel en estos casos. Iniciada la segunda parte, la grada azzurra lanzó un runrún de disgusto cada vez que Del Piero tocó la pelota. Y de liberación cuando Trapattoni lo suplió por Cassano, el nuevo ídolo italiano, que ayer tampoco la tocó, tal vez impresionado por su estreno en un gran torneo.

Del Piero presenta un aspecto envejecido y ya se limita a derramar de vez en cuando alguna gota de calidad, como ese pase de tacón a Zambrotta que facilitó que el lateral alcanzara la línea de fondo. En cuanto a Vieri, con sus botas amarillas, en vez de pies parecía tener aletas. Lo mejor que hizo fue despejar en los córners en contra hasta que, en la segunda parte, ya sí cabeceó a gol para que Sorensen volviera a volar. Decepcionante la actuación de Bobo, a la altura de su pésima temporada. El capitán, Cannavaro, pelo al cero para disimular su calvicie, se desgañitaba dando brazadas de atención a sus compañeros. Se dirigía a Vieri y le exigía que retrocediera, que no alargara tanto a su equipo.

Dinamarca fabrica extremos sin fin. Todos buenos. Ausente Gronkjaer por el fallecimiento de su madre, ayer se presentaron Jorgensen y Rommedahl, que también son palabras mayores. Dos corrientes eléctricas lanzadas casi siempre por Tomasson, el más brillante del cuadro. El de la cabeza más despejada. Desde la segunda línea, el delantero del Milan demostró que es mucho más que un oportunista. Sabe muy bien lo que hace con el balón: abrirlo a las bandas. Y sin él: desmarcarse. Ayer, sin embargo, le falló el acompañante, Ebbe Sand, que incumplió sus funciones de ariete.

Otro que es inteligente pese a los chistes que corren sobre él es Totti, que advirtió que debía simplificar su juego. Lo hizo tras el descanso. Empezó a buscar con sus pases los espacios más desprotegidos por los daneses. A tocar la pelota con su privilegiada técnica. Italia mejoró. También los cambios le dieron energía. No puede ser de otra manera si entra Gattuso, que corre hasta en el vestuario. Muy satisfechos acabaron los daneses, que saludaron a su público. Más fríos los italianos, conscientes de que pueden ofrecer mucho más.

Henriksen despeja el balón en pugna con Vieri.EFE

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