Entrevista:Carlos do Carmo | EL CANTO MELANCÓLICO DE PORTUGAL

"Soy un militante de Lisboa"

Ya no bebe. Sólo agua. Hace cuatro años tuvo un aneurisma. "Estuve muy cerca de la muerte. Y eso me hizo mudar profundamente mi vida y mi manera de pensar. Soy un hombre con los mismos ideales, pero ya no generalizo. Dejé de ver el mundo en blanco y negro y, aunque daltónico, comencé a descubrir otras cosas. Aunque me siguen gustando incurablemente las personas".

Carlos Alberto do Carmo Almeida (Lisboa, 1939) vive en un décimo piso de la avenida de Estados Unidos de América. Desde el ventanal del salón se divisa el Tajo. Son las cinco de una tarde primaveral y la luz, esa luz tan especi...

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Ya no bebe. Sólo agua. Hace cuatro años tuvo un aneurisma. "Estuve muy cerca de la muerte. Y eso me hizo mudar profundamente mi vida y mi manera de pensar. Soy un hombre con los mismos ideales, pero ya no generalizo. Dejé de ver el mundo en blanco y negro y, aunque daltónico, comencé a descubrir otras cosas. Aunque me siguen gustando incurablemente las personas".

Carlos Alberto do Carmo Almeida (Lisboa, 1939) vive en un décimo piso de la avenida de Estados Unidos de América. Desde el ventanal del salón se divisa el Tajo. Son las cinco de una tarde primaveral y la luz, esa luz tan especial de la capital portuguesa, inunda el domicilio. "Amo Lisboa profundamente. Esta luz que golpea los edificios es única en el mundo. Y mire que ya he estado en los cinco continentes. Lisboa tiene alma. Es de las pocas ciudades del mundo que tiene una canción. No soy un nostálgico, pero Lisboa provoca nostalgia de lo bello. Yo le presto atención. No suelo estar distraído. Me gusta ver los pequeños detalles. Soy un militante de Lisboa".

"No quería quedarme en el lado mórbido, ni en la tristeza del fatalismo"

"El fado es una canción narrativa. Cuenta una historia que empieza en el primer verso y termina en el último. Tiene sentido si la historia es narrada de una forma sintética, objetiva, hermosa

... Y eso sólo es posible en un país de poetas", asegura. Cardoso Pires escribió en 1968 que, con Carlos do Carmo, y la palabra de Alexandre O'Neil, Ary dos Santos o David Mourão-Ferreira, la Lisboa de la mitología sórdida y de la acuarela fácil estaba cada vez más distante. "El fado se parece mucho a la caza: depende de quién dispare. Y, en plena dictadura, fue muy estimulante ver que alguien como él percibía el camino que yo quería trazar. No quería quedarme en el lado mórbido, ni en la tristeza del fatalismo. Aquella cosa atávica con la cual se relaciona al fado. Ése, sinceramente, no es mi fado".

En Margens (1996) había textos de Lobo Antunes con música de José Luís Tinoco. "Una amiga mía italiana escribió unas versiones de aquellas canciones y estoy pensando grabar de nuevo el disco en italiano. Estoy a punto de cometer esa locura. Voy a ser crucificado, pero me gustaría que el fado llegase a los italianos de forma que entendieran lo que está ocurriendo por dentro".

Carlos do Carmo dejó de ir a las casas de fado hace mucho, pero creció en la Adega da Lucília, que regentaban su padre y su madre, Lucília do Carmo, una de las grandes fadistas. "Lo recuerdo con mucha ternura. Aquellos viejos fadistas y guitarristas tocaban cosas que me parecían muy bonitas. Y ayudaba el manto de cariño con el que me cubrían. Después había unos señores que aparecían para oír cantar fado. Señores importantes, muy finos, que bebían mucho vino".

"Tras la Revolución, y la re-

saca de los años ochenta, hice una travesía del desierto muy solitaria. Y hace unos años me di cuenta de que, invariablemente, la última pregunta de cualquier periodista era '¿no le parece que el fado puede morir?'. Yo siempre les decía que no mientras haya quien lo toque y quien lo cante. Y eso se da por generación espontánea. Hoy ya nadie me hace esa pregunta", asegura. "El voto que hago me lo enseñó Brel: en el mundo del espectáculo vale todo, menos hacer trampa".

Han transcurrido cuarenta años desde que publicó su primer disco. ¡Sorpresa!: ocupa el número uno de la lista de ventas de DVDs en Portugal. "Un segmento de la población me trata con mucho cariño. Tanto que me asusta porque me supone una responsabilidad tremenda", dice. El DVD recoge su actuación en el Coliseu dos Recreios: "Desde el primer minuto sentí la complicidad del público. Y es muy importante porque el fado se completa entre quien canta, quien toca y quien escucha".

"Tenemos el sueño de una película sobre el fado dirigida por Carlos Saura en la que yo sería el narrador. Estoy trabajando para dejar el terreno abierto a los que vengan para que puedan escuchar fado sin complejos. Porque no falta demasiado para que deje los escenarios definitivamente. Prefiero salir yo sólo y no que me empujen. Hasta ahora estoy con fuerza, pero hay que tomar la decisión de retirarse en el momento oportuno. Cinco minutos antes. Y ese momento ya no está lejos".

El músico Carlos do Carmo.ISABEL PINTO

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