Crítica:ARTE

Plástica de pigmentos vivos

Hace más de treinta años que Carlos León (Ceuta, 1948) comenzó a experimentar con y desde la pintura. Los planteamientos teóricos de la revista Cahiers d'Art y las experiencias del grupo Support Surface fueron el punto de partida de una intensa carrera como pintor en la que no siempre ha tenido una correspondencia expositiva a la altura de la calidad de su trabajo. Pero durante estos últimos treinta años han sucedido muchos acontecimientos en el mundo del arte, entre otros, se ha negado con reiterada mala fe la muerte de la pintura y la desaparición del artista que se "ensucia las manos...

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Hace más de treinta años que Carlos León (Ceuta, 1948) comenzó a experimentar con y desde la pintura. Los planteamientos teóricos de la revista Cahiers d'Art y las experiencias del grupo Support Surface fueron el punto de partida de una intensa carrera como pintor en la que no siempre ha tenido una correspondencia expositiva a la altura de la calidad de su trabajo. Pero durante estos últimos treinta años han sucedido muchos acontecimientos en el mundo del arte, entre otros, se ha negado con reiterada mala fe la muerte de la pintura y la desaparición del artista que se "ensucia las manos" en beneficio de las propuestas conceptuales, las imágenes virtuales y las tecnologías electrónicas, pero el trabajo tenaz de algunos pintores, entre los que se encuentra Carlos León, demuestra que los pringosos pigmentos aplicados a superficies planas tienen todavía algo que decir en el campo de la creación artística, que aún es necesario seguir insistiendo en explotar sus cualidades plásticas y en exprimir la capacidad sugeridora y emocional que proporcionan esas superficies por las que se expande el color configurando territorios que aún necesitan ser descubiertos y explorados.

CARLOS LEÓN

Galería Max Estrella Santo Tomé, 6. Madrid

Hasta el 12 de junio

En las obras que ahora

presenta Carlos León se aprecia que aquella primitiva vena experimental sobre las cualidades de las superficies en las que pinta y sobre las propiedades físicas de los pigmentos no ha desaparecido de su método de trabajo. Apartándose del lienzo tradicional, aplica ahora el color sobre papeles translúcidos y satinados que permiten escurrir la pintura sin absorberla y que posibilitan generar veladuras por superposición de dos o más papeles.

La pintura es aplicada sobre ellos con los dedos siguiendo gestos medidos que son ejecutados con la precisión certera de quien lleva muchos años realizándolos. Los colores, contenidos en gamas cromáticas restringidas, ofrecen una especie de armonía que apacigua el nerviosismo de los trazos.

No hay en estas obras nada que resulte abrupto ni que intranquilice o que se aproxime a los excesos del neovanguardismo, no se aprecia ninguna de esas salidas de tono tan tópicas del arte actual.

Todas las características anteriormente enunciadas conducen a la creación de unos cuadros fluidos, de factura elegante, en los que se puede apreciar un dominio magistral de los recursos plásticos y una comedida contención de los efectismos. Sin embargo, como sucede con frecuencia con la pintura abstracta, un exceso de lirismo hace que estas composiciones se acerquen peligrosamente a lo decorativo.

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