Cartas al director

No todo vale

Soy lector diario de EL PAÍS, y tengo que reconocer que sentí un gran disgusto el pasado 25 de abril cuando leí el artículo titulado "El nuevo Sarabia" firmado por Eduardo Rodrigálvarez.

Soy consciente de haber estado involucrado, muy a mi pesar, en una triste página de la historia del Athletic. Sin duda, es una cuestión de la que no he podido desligarme del todo, pues ha resultado ser un tema recurrente. Con el fin de pasar página lo antes posible, no he querido salir a rebatir nada a lo largo de los años. Todas las alusiones, muchas veces auténticos disparates, han tenido como única r...

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Soy lector diario de EL PAÍS, y tengo que reconocer que sentí un gran disgusto el pasado 25 de abril cuando leí el artículo titulado "El nuevo Sarabia" firmado por Eduardo Rodrigálvarez.

Soy consciente de haber estado involucrado, muy a mi pesar, en una triste página de la historia del Athletic. Sin duda, es una cuestión de la que no he podido desligarme del todo, pues ha resultado ser un tema recurrente. Con el fin de pasar página lo antes posible, no he querido salir a rebatir nada a lo largo de los años. Todas las alusiones, muchas veces auténticos disparates, han tenido como única respuesta por mi parte una reflexión personal: ¡a cuenta de qué!

Pero he de reconocer que el artículo del pasado domingo me ha parecido un despropósito sin encaje posible.

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Me ha parecido excesivo que se titule "Un nuevo Sarabia" un artículo destinado a relatar las cuestiones extradeportivas que según usted rodean a Fran Yeste. Cuestiones como: "personalidad indolente e intratable, rebeldía sin causa, reiteración en los retrasos en los entrenamientos, que le han valido sanciones económicas, salidas nocturnas, imagen de chico malo, protagonista de espantás... personaje complicado".

Yo lo único que puedo afirmar de Fran Yeste es que es un excelente futbolista, puesto que, aunque sigo la actualidad informativa, desconozco todas esas andanzas, ajenas a lo que acontece estrictamente en el terreno de juego.

Quisiera saber qué tengo yo que ver con todas esas cuestiones para que se establezca una identificación, implícita ya desde el titular.

Porque según el Libro de estilo de EL PAÍS: "El titular constituye el principal elemento de una información. Sirve para centrar la atención del lector e imponerle de su contenido", "El titular debe contener lo más importante de la noticia, en el texto informativo, o lo más llamativo del artículo", "El titular responde fielmente a la información"... y, aunque un reportaje aúne información y comentarios, supongo que el respeto a esta norma sigue rigiendo.

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