OPINIÓN DEL LECTOR

Charnegos y TV-3

Recuerdo aquel día, siendo niña, en que mi ciudad pasó a llamarse "L'H". L'Hospitalet, ciudad obrera de inmigración andaluza, como la Cornellà de los Estopa. Y recuerdo mis clases de catalán en la maravillosa escuela pública de los comienzos de la etapa democrática. Me escolaricé en 1978 (tengo 31 años) y el catalán se introdujo en 1980. Ahora soy bilingüe; tanto, que muchas veces olvido en qué lengua estoy pensando, amando y soñando; tanto, que me siento muy orgullosa de serlo, catalana y charnega, como nos llamamos cariñosamente los hijos de la inmigración interior. Y no es tan casual que me...

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Recuerdo aquel día, siendo niña, en que mi ciudad pasó a llamarse "L'H". L'Hospitalet, ciudad obrera de inmigración andaluza, como la Cornellà de los Estopa. Y recuerdo mis clases de catalán en la maravillosa escuela pública de los comienzos de la etapa democrática. Me escolaricé en 1978 (tengo 31 años) y el catalán se introdujo en 1980. Ahora soy bilingüe; tanto, que muchas veces olvido en qué lengua estoy pensando, amando y soñando; tanto, que me siento muy orgullosa de serlo, catalana y charnega, como nos llamamos cariñosamente los hijos de la inmigración interior. Y no es tan casual que me dedique ahora, profesionalmente, a estudiar la inmigración exterior, la extracomunitaria. No, no es una casualidad que me interesen aquellos que ahora vienen a buscar un mundo mejor y aprenden otras lenguas; que busque las identidades múltiples, mestizas, fronterizas; que esos desgarros y alegrías los considere como propios.

Éste es uno de los tabúes más potentes en Cataluña. Hablar y respetar el bilingüismo real. El catalán se considera endógeno a nuestra sociedad y el castellano exógeno. Cuántas veces en que yo he hablado en castellano, sin querer, en una reunión en la que se hablaba catalán me han acusado de hablar "en la lengua del imperio". Pero nada más lejos de la realidad. Mi madre, con su maravilloso acento extremeño, no es el imperio. Y yo no viví en la dictadura, viví en una época en que las lenguas habían de ser dobles, o mejor, triples. Porque las lenguas y las mentes triples son las plurales, las que no me acusan de catalanista en España ni de españolista en Cataluña. Los charnegos, por ende, somos antiimperialistas, del español, del catalán y del de las guerras globales.

Éste es un gran paso que ha de tomar la izquierda que por fin nos gobierna: que no nos riñan más por ser charnegos. Júlia Otero y Andreu Buenafuente lo son, como lo han señalado ellos mismos.

¡Que por una entrevista en castellano en la televisión catalana no vamos a echar a perder el futur de la nostra llengua..! Disculpeu-me, però sóc xarnega... como los Estopa.

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