Entre Victoria y Bruckner, pasando por Charpentier
Un Miserere de antología, ofrecido como propina, culminó la aventura de La Colombina y el grupo de canto llano Schola Antiqua sobre los Oficios de Semana Santa, de Tomás Luis de Victoria. Magnífico empeño que tuvo sus más y sus menos en la realización, sobre todo en la jornada intermedia del Viernes Santo, pues, cosas que pasan, el conjunto de polifonía renacentista cayó en unos momentos de inseguridad y desconcentración, cundiendo el nerviosismo, acrecentado por el hecho de que el concierto se estaba grabando en directo para la radio y para un disco. Cuestiones menores, en cualq...
Un Miserere de antología, ofrecido como propina, culminó la aventura de La Colombina y el grupo de canto llano Schola Antiqua sobre los Oficios de Semana Santa, de Tomás Luis de Victoria. Magnífico empeño que tuvo sus más y sus menos en la realización, sobre todo en la jornada intermedia del Viernes Santo, pues, cosas que pasan, el conjunto de polifonía renacentista cayó en unos momentos de inseguridad y desconcentración, cundiendo el nerviosismo, acrecentado por el hecho de que el concierto se estaba grabando en directo para la radio y para un disco. Cuestiones menores, en cualquier caso, pero que motivaron una reacción a la defensiva en detrimento de la emoción.
Ayer, en la última jornada, fueron a por todas y, superando alguna vacilación al principio, consiguieron una lectura en conjunto espléndida, con una actuación especialmente feliz de la soprano Raquel Andueza y con un Juan Carlos Asensio, al frente del grupo gregoriano, en el umbral de lo excepcional. El virtuosismo dejó paso al mundo de los afectos y, como consecuencia, se desató el entusiasmo en la iglesia. Proyecto ambicioso saldado con franco éxito, que debe enorgullecer a los organizadores. Hasta el obispo de la ciudad estaba exultante.
La Orquesta y Coro del Siglo de las Luces recalaron en Cuenca con la tragedia bíblica David y
Jonatás, de Charpentier, en el contexto de una gira por París, Londres, Nueva York, Bruselas y, hoy, en el Festival de Pascua de Salzburgo. El oratorio de Charpentier es una preciosidad y lo llevó con buen pulso la bella directora de moda Emmanuelle Haïm, antigua clavecinista de esta orquesta, con la que consigue un clima de especial complicidad desde el gesto y la alegría de hacer música. No sé con exactitud cuándo decidió dedicarse a la dirección de orquesta, pero sí que fue fundamental su participación, todavía como clavecinista en esta misma orquesta, en la producción de Las
boreales, de Rameau, dirigida por el matrimonio Herrmann en el Festival de Salzburgo, llevada musicalmente por Simon Rattle. Haïm manifestó la profunda admiración por el director británico y, a su manera, conserva en la actualidad en su forma de dirigir y en la relación con los músicos algunas de las actitudes de su admirado maestro.
La obra era estreno en España y contó con una admirable prestación orquestal, un coro espléndido y una actuación vocal de los solistas simplemente correcta. Todo ello aderezado con la sutileza femenina de una directora a la que algunos medios centroeuropeos han bautizado afectuosamente como "Mademoiselle Dinamita". Por algo será.
Ros Marbà dirigió la Joven Orquesta Nacional de España en una apuesta tan compleja como la monumental Octava
sinfonía, de Bruckner. Su lectura fue pedagógica en el concepto, ordenada en el desarrollo y exuberante de energía sonora. Los jóvenes músicos se adentraron en este particular universo sin prejuicios o, dicho de otra forma, sin retórica añadida a la que la música posee, con lo que la versión tuvo cotas evidentes de espontaneidad y frescura.
¿Cómo complementar tanta espiritualidad con alguna salida más material? Pues miren, vayan a comer al nuevo restaurante La Masía, a unos 10 kilómetros de Cuenca, cerca de Arcas, y déjense llevar. No se arrepentirán.