Crítica:

Continuidad de la pintura

Ahora, cuando ya no podemos distinguir estilos ni tendencias, cuando no se pueden reconocer ni escuelas ni maestros, dado que cada uno de los artistas desarrolla una obra personal y ensimismada, sólo nos queda hablar del tiempo, sólo podemos agrupar a los artistas por edades o, si se quiere, por generaciones.

En este sentido, lo que plantea la exposición de pinturas que se muestra en el Jardín Botánico de Madrid es el supuesto relevo generacional de dos artistas de reconocido prestigio, José Manuel Broto (Zaragoza, 1949) y Joan Hernández Pijuan (Barcelona, 1931), por otros más jóvenes, ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ahora, cuando ya no podemos distinguir estilos ni tendencias, cuando no se pueden reconocer ni escuelas ni maestros, dado que cada uno de los artistas desarrolla una obra personal y ensimismada, sólo nos queda hablar del tiempo, sólo podemos agrupar a los artistas por edades o, si se quiere, por generaciones.

En este sentido, lo que plantea la exposición de pinturas que se muestra en el Jardín Botánico de Madrid es el supuesto relevo generacional de dos artistas de reconocido prestigio, José Manuel Broto (Zaragoza, 1949) y Joan Hernández Pijuan (Barcelona, 1931), por otros más jóvenes, Roberto Coromina (Zaragoza, 1965) y Nico Munuera (Lorca, 1974). A cada uno de los maestros se les ha pedido que elija a un joven artista al que dar la alternativa en una exposición conjunta, de tal manera que ahora podemos contemplar la obra de los cuatro dialogando dos a dos, por medio de obras realizadas muy recientemente.

RELEVOS

Real Jardín Botánico

Plaza de Murillo, 2. Madrid

Hasta el 11 abril

Hernández Pijuan, que sigue pintando con ese estilo sobrio y sereno que le caracteriza, con una carnosidad conseguida por medio de la pasta pictórica, ha invitado a su relevo a trabajar en su estudio para preparar esta exposición.

Cada uno ha realizado sus propias obras, pero se aprecia en las de Nico Munuera un interés, no emulatorio, por acercarse al trabajo de Hernández Pijuan, ahondando en una abstracción que ofrece superficies de color con veladuras que recuerdan procedimientos de su mentor. Así las pinturas de ambos, contempladas juntas, ofrecen la sensación de una continuidad plástica de la que se destila una especie de "aire de familia".

Por su parte, José Manuel

Broto, que es uno de los representantes de aquel Grupo Trama, que alrededor del año 1980 dio sentido a la denominación "pintura-pintura" con la que se pretendió contrarrestar las incipientes prácticas conceptuales, presenta ahora, además de sus inconfundibles cuadros en acrílico sobre tela, una serie de impresiones digitales sobre papel que continúan la línea de sus anteriores trabajos con procedimientos artesanales, sin que se aprecie discontinuidad entre ambos tipos de trabajo.

Broto ha elegido como acompañante al pintor Roberto Coromina que, sin embargo, no trabaja sobre el convencional cuadro sino que suele utilizar como soporte libros que tratan sobre el mundo del arte. Por ejemplo, pinta de negro todas las láminas que ilustran un libro, las recorta y las deja caer debajo del propio libro. O bien, perfora con un agujero oval una veintena de monografías de pintores, de tal manera que cada una de ellas se convierte en una potencial paleta rectangular de pintor.

Aunque la pintura y lo pictórico están muy presentes en su trabajo, es la reflexión conceptual, aquello contra lo que se rebeló la "pintura-pintura" hace veinticinco años, lo que dota de sentido a su obra y, en definitiva, lo que hace avanzar a la pintura.

Archivado En