Crítica:CANCIÓN

Humo y voz

A la pobre Virgínia Rodrigues no la habían avisado de que viajaba a un país de fumadores irredentos. Y cuando alegó ser alérgica al humo del tabaco ya era tarde. Su presentación resultó un pequeño sufrimiento, y no sólo para ella. Doloroso oír cómo le costaba alcanzar ciertas notas. Su voz de contralto parecía, de repente, despojada de armónicos. No podía ser ésa la Virgínia Rodrigues que emocionó a Caetano Veloso o hizo escribir al crítico de The New York Times que su voz está hecha para las catedrales. Virgínia Rodrigues bebió de un vaso que debía de contener alcohol con miel o jengib...

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A la pobre Virgínia Rodrigues no la habían avisado de que viajaba a un país de fumadores irredentos. Y cuando alegó ser alérgica al humo del tabaco ya era tarde. Su presentación resultó un pequeño sufrimiento, y no sólo para ella. Doloroso oír cómo le costaba alcanzar ciertas notas. Su voz de contralto parecía, de repente, despojada de armónicos. No podía ser ésa la Virgínia Rodrigues que emocionó a Caetano Veloso o hizo escribir al crítico de The New York Times que su voz está hecha para las catedrales. Virgínia Rodrigues bebió de un vaso que debía de contener alcohol con miel o jengibre, porque mejoró notablemente su prestación. Ofreció una Mañana de carnaval espléndida, que casi la redimió de todo lo anterior. Lo más aplaudido: el solo de pandereta contra las formas rotundas de la cantante en una de las canciones de Mares profundos, disco en el que recupera los afrosambas de Baden Powell y Vinicius de Moraes y los acerca al canto lírico y la música sacra. Esta mujer tiene una buena emisión, un vibrato adecuado y un timbre bonito. Una voz monocorde, pero rica en armónicos. Sus músicos le regalaron un happy birthday instrumental y hasta sopló una velita. No todos los días se cumplen cuarenta en el escenario.

Virgínia Rodrigues

Virgínia Rodrigues (voz), Pedro Braga (guitarra), Iura Ranevsky (chelo), Raul Mascarenhas (saxo y flauta) y Ronaldo Silva (percusión). Galileo Galilei. Madrid, 31 de marzo.

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