Crítica:ÉTNICA | Dhafer Youssef

Benditas herejías

Como un almuédano que convocara a los fieles desde lo alto de su minarete, Youssef se retuerce en la silla, curva la mano en torno a la boca y proyecta unos quejidos tan prolongados como sobrecogedores. La capacidad torácica y la tesitura vocal de este tunecino de 37 primaveras deben ser fruto de algún agraciado pacto con las alturas. Dhafer se erige así en profeta de una arrobadora belleza mística, pero ha sabido enriquecerla aún más con influencias contemporáneas escandinavas y centroeuropeas. Benditas sean ciertas herejías.

Era su primera visita madrileña, y un escalofrío recorrió el...

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Como un almuédano que convocara a los fieles desde lo alto de su minarete, Youssef se retuerce en la silla, curva la mano en torno a la boca y proyecta unos quejidos tan prolongados como sobrecogedores. La capacidad torácica y la tesitura vocal de este tunecino de 37 primaveras deben ser fruto de algún agraciado pacto con las alturas. Dhafer se erige así en profeta de una arrobadora belleza mística, pero ha sabido enriquecerla aún más con influencias contemporáneas escandinavas y centroeuropeas. Benditas sean ciertas herejías.

Era su primera visita madrileña, y un escalofrío recorrió el patio de butacas. Desde los cinco años lleva cantando este hombre en la tradición sufí, una de las más estremecedoras del islam. Su gran mérito radica en haber sabido conjugar ese precioso legado con los desarrollos del jazz moderno y las hechicerías electrónicas que han dado notoriedad a algunos de sus colaboradores recientes: Markus Stockhausen, Bugge Wesseltoft y, sobre todo, Nils Petter Molvaer.

Dhafer Youssef 4T

Dhafer Youssef (oud, voz), Eivind Aarset (guitarra eléctrica, efectos electrónicos), Dieter Ilg (contrabajo), Rune Arnesen (batería). Colegio Mayor San Juan Evangelista. Madrid, 27 de marzo.

El repertorio se nutrió de los fascinantes Electric sufi (2001) y, sobre todo, Digital prophecy (2003), de donde provienen piezas tan afortunadas como Sparkling truth, Aya, Ysamy o Seventh heaven suite. Youssef repiquetea su elegantísimo laúd árabe mientras el noruego Aarset, cual hijo pródigo de Robert Fripp, lo embadurna todo con los diabólicos efectos de su guitarra. Entre ambos se erige la majestuosa figura del alemán Dieter Ilg, que arrancó los mejores aplausos con varios pasajes en los que su contrabajo cantaba casi como una guitarra española. Si Dios o Alá existen, aquí han encontrado, sin duda, una dignísima delegación terrenal.

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