MATANZA EN MADRID | Atención médica

Álvaro ya no podrá cumplir hoy sus 18 años

Hoy, 12 de marzo, Álvaro debería haber cumplido 18 años. Eso era lo que, ayer por la tarde, más anhelaba su hermano Diego, periodista en paro, seis años mayor que él. Pero pasadas las diez de la noche llegó la fatal noticia.

Diego no sabía nada de su único hermano desde que éste salió de su casa en el barrio de Santa Eugenia para ir al instituto, en el metro Colombia. Pero sabía que el tren de cercanías que cogía cada mañana su hermano era de la misma línea que el que explotó ayer en el Pozo del Tío Raimundo. Y las horas coincidían.

Diego cuenta que en su barrio, Santa Eugenia, s...

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Hoy, 12 de marzo, Álvaro debería haber cumplido 18 años. Eso era lo que, ayer por la tarde, más anhelaba su hermano Diego, periodista en paro, seis años mayor que él. Pero pasadas las diez de la noche llegó la fatal noticia.

Diego no sabía nada de su único hermano desde que éste salió de su casa en el barrio de Santa Eugenia para ir al instituto, en el metro Colombia. Pero sabía que el tren de cercanías que cogía cada mañana su hermano era de la misma línea que el que explotó ayer en el Pozo del Tío Raimundo. Y las horas coincidían.

Diego cuenta que en su barrio, Santa Eugenia, se oyó un estallido tremendo ayer por la mañana. Al enterarse de que se trataba de un atentado en el tren de cercanías, él y sus padres intentaron sin éxito localizar a Álvaro. Después llamaron a los números de urgencias, pero estaban colapsados. Así que Diego y sus padres acudieron al pabellón 6 de Ifema para ver si tenían noticias. "En un país que se colapsa con cuatro copos de nieve", comentaba, "qué va a pasar con una catástrofe como ésta".

A las ocho de la tarde de ayer Diego seguía en Ifema sin noticias de su hermano. "Lo que más deseo es que él mismo me cuente todo lo que ha pasado", decía Diego, quien no tenía previsto moverse de allí hasta que tuviera noticias de su hermano. Pero la noticia llegó por la noche.

Dejando a algún miembro de la familia a la espera, muchos parientes de las posibles víctimas volvían a sus casas en busca de alguna fotografía que pudiera ayudar a la policía en la identificación de los cadáveres. También acudían a cerciorarse de cuál era la ropa que habían vestido esa mañana sus allegados desaparecidos. "Un policía me ha dicho que tienen cerca de doscientos cadáveres y sólo sesenta identificados", comentó un familiar de un desaparecido sobre las seis y media de la tarde.

Primer día de tren

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Tampoco Susana tenía noticias ayer por la tarde de su cuñada Isabel, de 37 años. Sólo sabía que Isabel no había llegado al trabajo y que no respondía al móvil. Isabel, que trabaja de administrativa, solía ir en coche a su puesto de trabajo. Pero su empresa había cambiado de emplazamiento y ayer, por primera vez, cogió el tren de cercanías para ir a trabajar.

Lo tomó en San Fernando y tenía que llegar hasta Las Rozas. De camino, "pasaba por todas las estaciones en las que ha habido atentados", explicaba su cuñada, antes de dirigirse al hospital Ramón y Cajal, donde acababan de ingresar a tres jóvenes, con la esperanza de que una de ellas fuera su cuñada Isabel.

Hilda, empleada del hogar ecuatoriana de 27 años, también estaba desaparecida ayer por la tarde. Su primo Andrei acudió al pabellón 6 de Ifema para ver si tenía noticias de ella. Hilda llevaba sólo un año en España y "cogía cada mañana el tren de cercanías para ir a trabajar", relataba su primo, lloroso.

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