MATANZA EN MADRID | Atención médica

"Sólo nos piden datos como si tenían lunares o 'piercing"

Castaña; de pelo rizado con mechas rubias; ojos marrones pardo; 1,60 de altura; 60 kilos. Con estos datos, los amigos y familiares de Inés Novellón, una enfermera de 28 años, buscaban ayer por Madrid un poco de esperanza. Más de 50 de sus conocidos se movilizaron en varios grupos para encontrar una señal de que aún estaba viva. Unos fueron a todos los hospitales madrileños, otros acudieron a Ifema, el resto trataba de encontrar algún lugar donde ofrecieran una lista con las personas desaparecidas. Inés había salido a las 7.10 de la mañana de Alcalá de Henares. Su tren debía de llegar a Atocha ...

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Castaña; de pelo rizado con mechas rubias; ojos marrones pardo; 1,60 de altura; 60 kilos. Con estos datos, los amigos y familiares de Inés Novellón, una enfermera de 28 años, buscaban ayer por Madrid un poco de esperanza. Más de 50 de sus conocidos se movilizaron en varios grupos para encontrar una señal de que aún estaba viva. Unos fueron a todos los hospitales madrileños, otros acudieron a Ifema, el resto trataba de encontrar algún lugar donde ofrecieran una lista con las personas desaparecidas. Inés había salido a las 7.10 de la mañana de Alcalá de Henares. Su tren debía de llegar a Atocha a las 7.45. Nunca llegó al trabajo.

Belén Borja, una de sus amigas, acudió ayer hasta el Instituto Anatómico Forense sobre las siete de la tarde para hallar otra pista. "En Ifema sólo nos piden datos como si tenía lunares o piercing, pero nadie nos dice nada ni nos dejan ver los cuerpos. Estamos a la espera", dijo Belén Borja, que prefería moverse por toda la ciudad a estar paralizada a la espera de noticias. Se tuvo que volver de balde porque a esa hora de la tarde todavía quedaban muchos cuerpos sin identificar. En la puerta del Anatómico Forense esperaban, junto a una treintena de psicólogos, representantes de empresas funerarias, que pretendían ofrecer sus servicios. También se fueron como habían venido.

La familia de Ángel Rodríguez Rodríguez, de 34 años, se dividió en grupos para buscarlo por toda la ciudad. Su hermana explicó ayer que no sabían nada de él desde las 7.30, cuando salió de Vallecas en dirección a Chamartín. Debía incorporarse a la empresa de seguros donde trabajaba, pero nunca llegó. Desde allí avisaron de que no se había presentado. En ese momento empezó el periplo por todos los hospitales de Madrid para buscar a su familiar. Su hermana lloraba ayer cuando a las 19.30 llamaba al móvil y escuchaba su voz en el contestador. La tía del todavía desaparecido intentaba consolarla. "Vamos a tener fe. No está en ninguna lista".

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