Cónclave de fans

Atraídos por sus resplandecientes ídolos, alrededor de 11.000 espectadores acudieron a la plaza de Vistalegre para admirar y cantar hasta la afonía el repertorio del novicio y catódico Fran Perea, los veteranos Hombres G y un Álex Ubago cada vez más instalado en el trono de los intérpretes románticos españoles. Perea, aún con el traje de chico simpático de serie de televisión puesto, demostró que le falta definir su propia personalidad como creador musical. Porque las canciones de su único y exitoso disco hasta la fecha son como las musiquillas de los anuncios de publicidad: se oyen mucho y se...

Atraídos por sus resplandecientes ídolos, alrededor de 11.000 espectadores acudieron a la plaza de Vistalegre para admirar y cantar hasta la afonía el repertorio del novicio y catódico Fran Perea, los veteranos Hombres G y un Álex Ubago cada vez más instalado en el trono de los intérpretes románticos españoles. Perea, aún con el traje de chico simpático de serie de televisión puesto, demostró que le falta definir su propia personalidad como creador musical. Porque las canciones de su único y exitoso disco hasta la fecha son como las musiquillas de los anuncios de publicidad: se oyen mucho y se le acaban pegando a uno. Pero méritos musicales, de momento, muy pocos.

Hombres G dieron una lección, tal vez excesivamente larga, de veteranía y saber hacer. Summers y los suyos largaron en andanada una ristra de éxitos de toda la vida que iluminaron por igual a nenas, mamás y algún que otro papá o hermano obedientes.

Coronó la noche el donostiarra Álex Ubago, quien ha hecho ya todo el meritoriaje para dominar el éxito con todas las letras. Las de su último disco, Fantasía o realidad, desde luego, hicieron las delicias de sus seguidoras, las cuales, literalmente, aullaron cuando Álex invitó a cantar a su paisana Amaia, de La Oreja de Van Gogh.