Reportaje:OCIO SOLIDARIO | A Toda Vela

Carrera de tolerancia

Maribel Pérez dedica sus sábados desde hace siete años a programar actividades de ocio para discapacitados psíquicos en Almería

Poca gente entiende a Maribel. Pocos son los amigos capaces de asimilar que no sale la noche del viernes para estar fresca como una lechuga los sábados por la mañana durante el rato que está con "sus" niños. Pocos tienen su paciencia, que le permite parapetarse frente al mostrador de una pastelería media hora de reloj mientras su compañera discapacitada se decide por un dulce y saca su monedero para pagarlo.

Ha llovido mucho desde aquel sábado en la que Maribel Pérez Sánchez, con 16 años, decidió dedicar esa mañana a otras personas. Han pasado siete años. Maribel revive con nostalgia aq...

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Poca gente entiende a Maribel. Pocos son los amigos capaces de asimilar que no sale la noche del viernes para estar fresca como una lechuga los sábados por la mañana durante el rato que está con "sus" niños. Pocos tienen su paciencia, que le permite parapetarse frente al mostrador de una pastelería media hora de reloj mientras su compañera discapacitada se decide por un dulce y saca su monedero para pagarlo.

Ha llovido mucho desde aquel sábado en la que Maribel Pérez Sánchez, con 16 años, decidió dedicar esa mañana a otras personas. Han pasado siete años. Maribel revive con nostalgia aquel café con los amigos en el que tomó una de las decisiones más determinantes de su vida. Ahora ella es la única de aquel grupo que decidió en tromba hacerse voluntario de A Toda Vela. "Una chavalilla nos contó a todos que había empezado una asociación con niños que tenían discapacidad. Allí estábamos 20 y nos apuntamos. Soy la única que queda de entonces, pero siempre llegan nuevos", cuenta.

La voluntaria tilda como "locos" y "apasionados" los años en los que ayudó a crecer A Toda Vela a la par que estudiaba Magisterio en la Universidad de Almería. Fue una etapa en la que las ganas de hacer suplieron la escasez de formación que, en la actualidad, se remedia con un cursillo para cada aspirante a voluntario. A la arbitrariedad de los horarios de entonces, se impone ahora un trabajado plan de ocio para los discapacitados en clubes lúdicos y sociales.

En estos siete años el colectivo ha empezado a recoger los frutos de una larga y paciente siembra que sólo busca un objetivo: que los discapacitados participen en las actividades en comunidad. La meta no es otra que llegar a conseguir su inclusión "total" a través de actividades en la calle. "Lo complicado de ser voluntaria es que los lazos afectivos te atan, porque el compromiso es con personas. No es como ir a un gimnasio del que te puedes cansar un día o no ir otro por tener un plan mejor. No es algo por obligación sino un hábito de vida y un compromiso moral contigo misma", defiende.

La voluntaria, ya maestra de Educación Infantil sin ejercer, equipara la experiencia vivida en A Toda Vela con siete carreras juntas. "Yo me he formado allí como persona y soy como soy por ellos. Allí un voluntario es un superhéroe: tiene que cantar, disfrazarse, bailar, crear estrategias... Hablas con cientos de desconocidos sobre tu experiencia y no todo el mundo lo entiende, algunos se molestan", asegura.

En su balance personal, disculpa con tristeza el enfado del conductor del autobús, que no soporta que cada chaval pique su propio boleto "porque pierden mucho tiempo" y a la dependienta de cara desapacible por el titubeo en la elección de otro. "Nuestros chicos necesitan otro ritmo y la sociedad no lo tolera. Para nosotros, ese es el triunfo: preguntarle a un niño discapacitado ¿qué te apetece? y que él elija", explica la maestra. La injusticia social y los lazos afectivos creados con el tiempo han sido dos de los motores con los que Maribel ha realizado un buen recorrido en este colectivo. "Hacen que veas la vida de otra manera y eso es lo que te engancha. Para mí, ellos son superiores a todos nosotros", sentencia.

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Un referente único

A Toda Vela se ha ido construyendo a medida que lo han ido demandando sus integrantes. En la actualidad son 124 personas con discapacidad a las que se unen 500 jóvenes sin discapacidad y que participan en las actividades con ellas. Son las demandas y necesidades de los discapacitados las que han ido moldeando los horarios, las actividades y la duración de las mismas. Ellos eligen porque conocen y han tenido oportunidad de probar actividades antes vetadas por el estigma de la diferencia: bailar, patinar, pasear, navegar, charlar, maquetar...

A Toda Vela fue fundada por cinco mujeres -dos madres y tres profesionales de la educación- hace ahora siete años. Estas cinco mujeres decidieron unir las necesidades de las familias con niños discapacitados con las necesidades detectadas en el plano educativo de las personas con discapacidad. La asociación se ha convertido en un referente de buenas prácticas en toda España. Es, además, la única especializada en ocio para discapacitados.

A Toda Vela carece de pisos, locales o cualquier otro tipo de bien inmueble por voluntad propia, pese a los múltiples ofrecimientos de instituciones y administraciones públicas al respecto. Hacen uso de los locales que la comunidad "infrautiliza" los fines de semana y apuestan firmemente por hacer en la calle el mayor número posible de actividades como método infalible de integración. La directora técnica desde el año 2001, Isabel Guirao, hará valer el presente Año Europeo de la Educación por el Deporte para "luchar" porque se desarrollen medidas de discriminación positiva que favorezcan la participación de los discapacitados con la eliminación de barreras. Para este verano, A Toda Vela viajará hasta los Picos de Europa y descenderá en piragüa, con todos sus asociados, por el río Sella. "Hay mucha demanda y la asociación no crece al ritmo de la demanda. Necesitamos más apoyo humano y financiero", reconoce Guirao.

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