Entrevista:Albert Boadella | EL INABARCABLE MITO CERVANTINO

"La política es el gran retablo de las maravillas de hoy"

El tema de El retablo de las maravillas (un orador con labia llama al pan vino, y su audiencia alza la hogaza para brindar) está ahí desde la primera vez que un hombre consiguió dar a otro gato por liebre: con variantes, aparece en El conde Lucanor, en el relato popular alemán Till Eulenspiegel, en cuentos orientales

... Albert Boadella, director de Els Joglars, ha tomado el entremés de Cervantes y lo ha desarrollado a lo largo de cuatro variaciones que interpretan sus actores. Es la primera vez que la compañía catalana aborda un clásico español. Boadella (Barcelona...

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El tema de El retablo de las maravillas (un orador con labia llama al pan vino, y su audiencia alza la hogaza para brindar) está ahí desde la primera vez que un hombre consiguió dar a otro gato por liebre: con variantes, aparece en El conde Lucanor, en el relato popular alemán Till Eulenspiegel, en cuentos orientales

... Albert Boadella, director de Els Joglars, ha tomado el entremés de Cervantes y lo ha desarrollado a lo largo de cuatro variaciones que interpretan sus actores. Es la primera vez que la compañía catalana aborda un clásico español. Boadella (Barcelona, 1943) y los suyos han estado durante seis meses en El Llorà, su masía de Pruit, preparando este montaje. Se estrena el 9 de enero en el teatro Lope de Vega, de Sevilla, y el 19 de febrero entra en el Lliure, de Barcelona, 23 años después de que Boadella dirigiera allí su memorable Operació Ubú.

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PREGUNTA. En Cataluña es poco habitual, por no decir raro, que se monte un clásico español.

RESPUESTA. Es que nosotros somos raros en Cataluña. Desarrollamos casi el 80% de nuestra actividad fuera de aquí, parte en el extranjero, pero sobre todo en el resto de España, y estamos contentos de acercar al público su propia cultura, que es la nuestra. Soy tan español como Cervantes y, quiero participar de su festín. En esta ocasión, no hacemos versión en catalán: sería una insensatez.

P. Lo que está poniendo en escena con Els Joglars son unas variaciones sobre El retablo de las maravillas.

R. Sí. La base del entremés cervantino es el mito del "vestido del emperador", en el que unos pícaros prometen a un rey un traje que resulte invisible para quienes no son honrados. Cervantes hace una adaptación: los pícaros llevan consigo un retablo cuyos efectos sólo pueden ver quienes no tienen sangre judía. Lo interesante de mitos como éste es que revelan pautas de comportamiento que persisten con el paso de los siglos. Desde el punto de vista de los instintos, la distancia que nos separa con el Siglo de Oro es irrelevante: si un hombre de entonces se trasladara a nuestros días, al cabo de tres meses pasaría desapercibido.

P. ¿Por qué escogió este entremés? ¿Barajó otras posibilidades o lo tuvo claro desde el principio?

R. Una cosa sí tenía clara: que los mediocres son tomados por genios y ocupan cargos incluso en las más altas instancias. De eso habla Desde el jardín, la novela de Jerzy Kosinski sobre cómo un idiota acaba siendo presidente de Estados Unidos, que Hal Ashby convirtió en la película Bienvenido, mister Chance, con Peter Sellers. Una obra premonitoria. Después de leerla busqué en el universo teatral algo próximo, y me acordé de El retablo... Nuestra versión comienza con el entremés original, escenificado al estilo del siglo XVI, con luz de velas, y prosigue poniendo en escena retablos de hoy: los que se representan en el mundo del arte (que es donde más fácilmente se confunde a un imbécil con un genio), la gastronomía, la religión y la política.

P. Hay, pues, un tema y cuatro variaciones.

R. O cinco, porque tenemos la osadía de incorporar al entremés de Cervantes personajes de la commedia dell'arte: Pantalone, Brighella y Arlechino, al que llamamos Arbequino.

P. Y en el cuarto retablo, ¿de qué religión se habla?

R. De la nuestra, y de unos tipos que crean un personaje y dicen de él que hace milagros.

P. ¿En el año cero?

R. No, aquí, y en nuestros días.

P. ¿Escrivá de Balaguer?

R. No aparece su nombre, pero el personaje se podría identificar con él... o con otro.

P. Es usted más ambiguo que de costumbre.

R. En Columbi lapsus estaba claro de qué Papa (Juan Pablo I) hablábamos, como lo está que Ubú es Pujol. Pero en este caso abro un poco más las puertas, para que la gente se divierta encontrando parecidos: no se dice "Opus Dei" ni "Escrivá". Pero tal vez se les reconozca.

P. El último de los cinco retablos es el que dedica a los políticos. ¿A quién le atiza en esta ocasión?

R. Reparto palos entre la derecha de lenguaje vacuo y soez, y una izquierda teórica, palabrera, elitista, llena de tópicos y de automatismos. La política es el gran retablo de las maravillas de hoy: las grandes personalidades han desaparecido, y en su lugar hay muñecos. Berlusconis y chiracs, es lo que hay.

P. ¿Se ha planteado alguna vez llevar El Quijote a escena?

R. Muchas, y en Ramon Fontseré tendría un Alonso Quijano magnífico. Pero la adaptación de una obra de esta envergadura siempre tiene las de perder. Sería como imprimir Las Meninas en cromos. Lo que sí he hecho ha sido inspirarme en la mitología del Quijote para colocar a determinados personajes. Hay momentos de Daaalí en los que aparece un guiño quijotesco: el pintor es ese hombre loco, pero al tiempo extremadamente sensato. Y momentos de La increíble historia del doctor Floit y mister Pla, en los que el escritor ampurdanés encarna al hombre solo frente a los elementos.

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