EL AÑO MUSICAL

Por esos mundos de Dios

EN TEMPORADAS regulares, destaca la recuperación de una ópera prácticamente desconocida de Chaikovski, La hechicera, en esfuerzo compartido de Lisboa y San Petersburgo. Ya en festivales es apreciable la ligera recuperación de Salzburgo con el estreno mundial de L'Upupa, de Hans Werner Henze, y la inquietante visión de La clemencia de Tito, de Mozart, con Nikolaus Harnoncourt, Martin Kusej y una irresistible Vesselina Kasarova como Sesto. Pesaro vivió una lúcida lectura de El conde Ory, de Rossini, con la doble presencia española de unos inspiradísimos López Cobos y ...

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EN TEMPORADAS regulares, destaca la recuperación de una ópera prácticamente desconocida de Chaikovski, La hechicera, en esfuerzo compartido de Lisboa y San Petersburgo. Ya en festivales es apreciable la ligera recuperación de Salzburgo con el estreno mundial de L'Upupa, de Hans Werner Henze, y la inquietante visión de La clemencia de Tito, de Mozart, con Nikolaus Harnoncourt, Martin Kusej y una irresistible Vesselina Kasarova como Sesto. Pesaro vivió una lúcida lectura de El conde Ory, de Rossini, con la doble presencia española de unos inspiradísimos López Cobos y Lluís Pasqual, y unos arrebatadores Juan Diego Flórez y Stefania Bonfadelli al frente del reparto vocal. Por otra parte, la Trienal del Ruhr en Alemania alcanzó, en una nave industrial imponente de Bochum, el tope artístico seguramente más alto del periodo Mortier con San Francisco de Asís, de Messiaen, en una escenografía diseñada por el artista ruso Iliá Kabakov, y con una peculiar versión de La flauta mágica, dirigida por Minkowski, con celebradas aportaciones españolas de Rafael Argullol, Jaume Plensa y La Fura dels Baus. Inolvidable asimismo fue la ópera de marionetas Philemon und Baucis, de Haydn, en el marco del Palacio Esterhazy de Eisenstadt, en la región austriaca de Burgenland.

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