Diez horas para destruir el tesoro
Se sentían entre los elegidos. Unas 300 personas disfrazadas como los personajes de la Tierra Media hacían cola ayer en la entrada de los Cinesa Heron City de Barcelona para engullir de un tirón, en 10 horas, la trilogía de El señor de los anillos y ser de los primeros en ver El retorno del rey. Llevaban tres años esperando para la gran batalla final y conocer el desenlace del viaje de la comunidad para destruir el anillo. Entre ellos reinaba el temor ante un final demasiado "libre" que diera al traste con las dos primeras partes de la adaptación. "¡Que acabe como tiene qu...
Se sentían entre los elegidos. Unas 300 personas disfrazadas como los personajes de la Tierra Media hacían cola ayer en la entrada de los Cinesa Heron City de Barcelona para engullir de un tirón, en 10 horas, la trilogía de El señor de los anillos y ser de los primeros en ver El retorno del rey. Llevaban tres años esperando para la gran batalla final y conocer el desenlace del viaje de la comunidad para destruir el anillo. Entre ellos reinaba el temor ante un final demasiado "libre" que diera al traste con las dos primeras partes de la adaptación. "¡Que acabe como tiene que acabar!", exclamó un joven vestido como Aragorn. De fondo sonaba el choque de espadas de otros asistentes que simulaban los combates de la película. Las butacas de la sala se iban ocupando poco a poco de elfos, hobbits, gnomos y magos. Los seguidores de la historia de Tolkien ya no se disfrazan como imaginaron un día al leer el libro, sino que imitan los trajes y maquillajes que aparecen en la película. Peter Jackson parece haber marcado definitivamente el universo del anillo.
"Cualquiera que haya leído los libros sabe que el tercero es el mejor de todos, así debe ser también la película", dijo Quim Campos, que acudía con sus amigos al maratón de películas vestidos de hobbits. "Esto de pasar 10 horas seguidas en el cine sólo lo hago porque se trata de El señor de los anillos. Bueno, también lo haría por La guerra de las galaxias", añadió. "Ya sé que así vestido esto parece una congregación de freakies", bromeó otro de los asistentes. Se comentaba que se cerraba una época y los que allí se congregaron no veían muy esperanzados la posible adaptación al cine de El hobbit: "Es otra historia, será como ir a ver Blancanieves y los siete enanitos".