FÚTBOL | Decimosexta jornada de Liga

Zidane repite el control de todos los controles

Cuando habla de fútbol, Zidane se recrea describiendo y recordando "gestos". Como él dice, les gestes. Cuando le preguntan por sus mejores goles, se apresura a evaluarlos según la calidad de los "gestos" que contengan. Sean suyos o de otros, asegura que los "gestos" son como piezas que le gusta archivar y repasar, como copias de pinturas. Y hay un gol que aprecia especialmente. Lo marcó en el Stade de France con la selección francesa en un partido contra la rusa. Fue un pase largo desde su campo, seguido de una carrera directa a la portería. Se metió ente los centrales al tiempo que lev...

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Cuando habla de fútbol, Zidane se recrea describiendo y recordando "gestos". Como él dice, les gestes. Cuando le preguntan por sus mejores goles, se apresura a evaluarlos según la calidad de los "gestos" que contengan. Sean suyos o de otros, asegura que los "gestos" son como piezas que le gusta archivar y repasar, como copias de pinturas. Y hay un gol que aprecia especialmente. Lo marcó en el Stade de France con la selección francesa en un partido contra la rusa. Fue un pase largo desde su campo, seguido de una carrera directa a la portería. Se metió ente los centrales al tiempo que levantó la pierna derecha, se suspendió en el aire y fijó la pelota en su empeine, frenando la caída. Luego, remató. Al recordarlo, en un documental autobiográfico que hizo con Canal +, decía: "Me gusta ese control, ese gesto".

El control del Stade de France fue exactamente igual al que Zidane hizo ayer antes de dar el pase a Ronaldo para que marcara el primer gol. El control retrata a Zidane como jugador y demuestra sus exquisitos fundamentos. Sin ese movimiento, el envío de Beckham era inocuo y el gol de Ronaldo imposible.

En los palcos vip del Bernabéu, donde reina un silencio subacuático, las cosas que pasan en el campo parecen ocurrir en otra dimensión. Cunde la degustación de jabugos y guijuelos y, al otro lado del cristal, las imágenes se reproducen como una fantasía en un televisor sin sonido. Metidos ahí dentro, los espectadores vip pudieron considerar que el control era tan normal como los mutantes en una película de mutantes.

Pero aquella carrera de espaldas a la pelota y aquel gesto soberano con que el francés la dominó cuando la puso sobre su empeine desde 40 metros fue un acontecimiento extraordinario. Una demostración de poder que redobló acto seguido: cuando bajó el balón a la hierba y se lo llevó siguiendo el mismo movimiento del control, con el lateral del tacón... Fue el control de todos los controles. O el contracontrol. Del otro lado del cristal se oyeron miles de sonidos guturales. El público llano se quedó perplejo.

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