FONDO DE OJO

Estudios estadísticos

"Todo indica que las desigualdades se han reducido en la actualidad". Las desigualdades económicas, por supuesto. A esta asombrosa conclusión han llegado los técnicos del Instituto Nacional de Estadística a la vista de los datos sobre el consumo de las familias según una encuesta realizada recientemente, y que ha proporcionado el material necesario para poder elaborar un estudio titulado La sociedad española tras 25 años de Constitución, aparecido en estas fechas coincidiendo con tan señalada efeméride.

No debemos dudar de la objetividad y método de los analistas, pero los datos que nos...

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"Todo indica que las desigualdades se han reducido en la actualidad". Las desigualdades económicas, por supuesto. A esta asombrosa conclusión han llegado los técnicos del Instituto Nacional de Estadística a la vista de los datos sobre el consumo de las familias según una encuesta realizada recientemente, y que ha proporcionado el material necesario para poder elaborar un estudio titulado La sociedad española tras 25 años de Constitución, aparecido en estas fechas coincidiendo con tan señalada efeméride.

No debemos dudar de la objetividad y método de los analistas, pero los datos que nos proporcionan pueden ser juzgados con criterios distintos de los por ellos asumidos. La cuestión se debate después de saber que en 1974 el gasto medio por persona en los hogares sustentados por alguien con estudios superiores era 3,8 veces mayor que el de los que vivían en una familia mantenida por un ciudadano libre de la sospecha de haber estudiado; sin embargo, en 2001, dicho factor multiplicativo se reducía a 2,3 en el mismo supuesto. A partir de ese hecho, supongamos que objetivo, se presume el acercamiento de las rentas entre los favorecidos por la fortuna y los que lo eran menos.

Sin embargo, también se nos dice en el mismo estudio, que los hogares ricos ingresan -o gastan- siete veces más que los pobres, modificando este dato, a nuestro entender, el presunto acercamiento sostenido en el pasaje anterior. Más justo sería inferir, de la conjunción de ambas informaciones, que se han replanteado en estos años los supuestos por los que un ciudadano era capaz de generar más renta; que los hogares más afortunados en el aspecto crematístico no tienen porque confundirse con los que lo son en el aspecto intelectual -al menos en la teoría- y que, en pocas palabras, confundir estudios superiores con superiores ingresos queda para el pretérito, siendo el futuro presa de los que se ajusten a las demandas sociales, las cuales, por las enseñanzas que se nos brindan desde los púlpitos públicos -políticos o mediáticos- no parecen ser objeto del espíritu.

Es justo y necesario que no se privilegie, en cuanto al estipendio, a las personas en función de los estudios realizados, sino de la actividad que desarrollan y su utilidad, pero harían bien en estudiar aquellos que en su día no lo hicieron, para que puedan ajustarse, a gusto de los estadísticos, las encuestas que manejan.

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