Equipaje de mano

BERLIOZ FUE un hombre apasionado, impulsivo. Se entusiasmaba ante una composición de Beethoven, Mendelssohn o Gluck con la misma facilidad que con la literatura de Virgilio, Goethe o Shakespeare. Pero a la hora de componer mantenía un gran control y equilibrio. "Hace falta escribir fríamente aquello que ha sido concebido en el entusiasmo", decía. Un equipaje mínimo para comprender ambas facetas de la personalidad de Berlioz constaría de sus Memorias y unas cuantas grabaciones. Respecto a las versiones, si uno no quiere complicarse la vida, lo más inmediato es optar por los discos dirigi...

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BERLIOZ FUE un hombre apasionado, impulsivo. Se entusiasmaba ante una composición de Beethoven, Mendelssohn o Gluck con la misma facilidad que con la literatura de Virgilio, Goethe o Shakespeare. Pero a la hora de componer mantenía un gran control y equilibrio. "Hace falta escribir fríamente aquello que ha sido concebido en el entusiasmo", decía. Un equipaje mínimo para comprender ambas facetas de la personalidad de Berlioz constaría de sus Memorias y unas cuantas grabaciones. Respecto a las versiones, si uno no quiere complicarse la vida, lo más inmediato es optar por los discos dirigidos por Colin Davis: Los troyanos, la Sinfonía fantástica, La infancia de Cristo. Un valor seguro. Una voz para Berlioz, como para toda la música francesa, es la de Victoria de los Ángeles. Su interpretación de las Noches de verano, dirigida por Charles Munch, es admirable. Y si quieren añadir un toque de modernidad con soporte visual, no está nada mal La condenación de Fausto, de Salzburgo, 1999, con Sylvain Cambreling y La Fura dels Baus. Con ella, el compositor entra por la puerta grande en el siglo XXI.

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