Cartas al director

La Cataluña de Antoni Puigverd

Siento la necesidad de mostrar mi identificación profunda -¡y emocionada!- con el contenido del bellísimo y tremendo artículo que Antoni Puigverd ha publicado sobre el resultado de las elecciones catalanas, bajo el título ¿Mejor rota que roja? Me adhiero a todas y cada una de las afirmaciones que hace, sin excluir las valoraciones que efectúa sobre la conducta aviesa de algunos protagonistas.

El Partido Socialista de Cataluña ha sido, en efecto, desde su fundación un partido bisagra que ha intentado articular -con aciertos y con errores- las aspiraciones de las dos comunidades qu...

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Siento la necesidad de mostrar mi identificación profunda -¡y emocionada!- con el contenido del bellísimo y tremendo artículo que Antoni Puigverd ha publicado sobre el resultado de las elecciones catalanas, bajo el título ¿Mejor rota que roja? Me adhiero a todas y cada una de las afirmaciones que hace, sin excluir las valoraciones que efectúa sobre la conducta aviesa de algunos protagonistas.

El Partido Socialista de Cataluña ha sido, en efecto, desde su fundación un partido bisagra que ha intentado articular -con aciertos y con errores- las aspiraciones de las dos comunidades que coexisten, pacífica pero separadamente, en Cataluña, así como encontrar una fórmula satisfactoria de encaje de Cataluña en España. Su propuesta para las últimas elecciones era, por tanto, una vez más de centro: demasiado españolista para unos y demasiado catalanista para otros. De ahí que haya sido desdeñada en un momento de exacerbación nacionalista, deliberada y estúpidamente provocada por quien más cuidado debería haber tenido en evitarla.

Asimismo, Pasqual Maragall es un hombre de talante conciliador, un político de negociación y pacto, cuya formación debe mucho a su padre -Jordi Maragall, hijo del poeta-, de quien heredó el catalanismo, y a su madre -Basilisa Mira, educada en Madrid por la Institución Libre de Enseñanza-, de quien aprendió un educado españolismo.

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Por consiguiente, tanto el partido como su líder son hoy imprescindibles en Cataluña. Su marginación implicaría -de producirse- el inicio de una escisión social de imprevisibles consecuencias. Como bien dice Puigverd, quizá alguien los eche de menos algún día.

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