Crítica:

Botticelli: armonía y turbación

El Museo de Luxemburgo, anexo al Senado francés, ofrece una amplia exposición de la obra de Botticelli. Tal vez no sea el lugar óptimo, por su reducido espacio que limita las posibilidades de incluir en la muestra obras de referencia que enmarquen y sirvan de contraste a la veintena de trabajos del pintor florentino. Y tampoco el momento es el mejor, tras las duras críticas recibidas por la exposición precedente sobre Gauguin. El hecho es que, por lo menos en el día que la visité, y en la hora de apertura, la afluencia de visitantes era menor que en otras grandes exposiciones organizadas en Pa...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El Museo de Luxemburgo, anexo al Senado francés, ofrece una amplia exposición de la obra de Botticelli. Tal vez no sea el lugar óptimo, por su reducido espacio que limita las posibilidades de incluir en la muestra obras de referencia que enmarquen y sirvan de contraste a la veintena de trabajos del pintor florentino. Y tampoco el momento es el mejor, tras las duras críticas recibidas por la exposición precedente sobre Gauguin. El hecho es que, por lo menos en el día que la visité, y en la hora de apertura, la afluencia de visitantes era menor que en otras grandes exposiciones organizadas en París y se trataba además de un público de edad, con escasa presencia juvenil.

BOTTICELLI DE LAURENT LE MAGNIFIQUE À SAVONAROLE

Museo de Luxemburgo

19 Rue de Vaugirard. París

Hasta el 22 de febrero de 2004

El pequeño Cristo doliente de Granada cubre sólo en parte el vacío producido por la ausencia de las dos piezas que hubieran hecho posible completar la trayectoria "de Lorenzo el Magnífico a Savonarole" anunciada en el subtítulo de la exposición: la Natividad mística y la dañada Crucifixión simbólica de Harvard. Aun sin ellas, la exposición de París permite apreciar la secuencia de mutaciones, debidas en gran parte a la evolución político-religiosa, y el fondo de continuidad que subyace a la obra de Botticelli. La armonía neoplatónica de la etapa medicea lleva consigo la conturbatio, la turbación visible en las anunciaciones, que ha de pasar a primer plano en las composiciones de los tiempos de crisis. Y en sentido contrario, la concepción de la belleza y el dinamismo propio de la danza que resaltara Baxandall se mantienen en las escenas religiosas, incluso en el círculo de los doce ángeles que culmina la visión apocalíptica de la Natividad savonaroliana.

Archivado En