VISTO / OÍDO

La gaceta miente

El globo globaliza la mentira; España es una primera potencia. La oposición pide un estatuto del periodista en el Parlamento y la derecha gobernante lo niega: no ve la necesidad de la independencia, de las garantías, de la seguridad del periodista. El periodista es él. Tiene el poder la idea de que los "medios" se llaman así porque median entre él y el sujeto, cuando la idea original era la de intercomunicar a los ciudadanos y sustituir la palabra "prensa". El estatuto del periodista lo ejerce el poder: recompensa, estimula, paga, emplea a quien mejor cumple esa misión según su verdad; castiga...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El globo globaliza la mentira; España es una primera potencia. La oposición pide un estatuto del periodista en el Parlamento y la derecha gobernante lo niega: no ve la necesidad de la independencia, de las garantías, de la seguridad del periodista. El periodista es él. Tiene el poder la idea de que los "medios" se llaman así porque median entre él y el sujeto, cuando la idea original era la de intercomunicar a los ciudadanos y sustituir la palabra "prensa". El estatuto del periodista lo ejerce el poder: recompensa, estimula, paga, emplea a quien mejor cumple esa misión según su verdad; castiga, separa, humilla, ofende o margina al que cree otra realidad. Su sistema es más amplio: tiene mecanismos para hacer llegar las noticias a los periódicos, unos legales -notas, vídeos, agencia propia, medios subordinados- y otros subrepticios, como las infiltraciones, los agentes diseminadores de documentos: de ellos se sirve, a veces, para perder a alguien. Herrero de Miñón dice que las noticias del diario El Mundo acerca de su supuesto delito a favor de la familia Franco (¡ese hombre!) no tienen más intención que castigarle por su posición respecto al proyecto de Ibarretxe. No sé nada: pero puede pasar.

La gaceta miente: se supo siempre. Pero no es el gacetillero el que falsea: es el poder. Es el descubrimiento de nuestro tiempo. Me temo que el periodista o sus jefes que aceptan una noticia no pueden ser sensibles a la mentira que transportan: la creen cierta. Muchas otras veces utilizan sin querer la palabra que transporta una carga contra la información real, la califica y la define. La facilidad con la que se ha aceptado, por ejemplo grueso, la palabra "terrorismo" contra Irak y Afganistán, Arafat y los palestinos, ha alcanzado a muchos que creen en la razón de esos desgraciados países; la forma en que ahora se está utilizando la calumniosa palabra "antisemita" para descalificar al que no aprueba la política de Sharon es otra canallada del poder. Se ha llegado a decir que el antisionismo es un antisemitismo, y son vocablos y razones distintas. En menor, los trabalenguas de la pobre ministra Palacio y el presidente declinante Aznar sobre la evacuación de la Embajada en Bagdad muestran una falta de acuerdo en la mentira. Los impuestos de Gallardón: se eriza el PP porque los imaginarios electores de Piqué en Barcelona puedan creer que éste también subirá los impuestos. Yo miento: no sé hasta qué punto se me infiltra la mentira semántica, institucional. Constitucional.

Archivado En