El candidato "quiso agradar"

El mundo económico catalán acogió sin pasión la conferencia de Rajoy, pero agradeció la entrega del candidato del PP y sus "ganas de agradar y de escuchar", según la mayoría de los asistentes. Rajoy se presentó arropado por dos ministros -Julia García Valdecasas y Eduardo Zaplana- y rodeado de algunos de los suyos, como la secretaria de Organización del PP, Ana Mato, y el secretario general de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), Baudilio Tomé.

Destacó la presencia de Carlos Aragonés, jefe de gabinete del presidente del Gobierno, que desempeña un papel destacado...

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El mundo económico catalán acogió sin pasión la conferencia de Rajoy, pero agradeció la entrega del candidato del PP y sus "ganas de agradar y de escuchar", según la mayoría de los asistentes. Rajoy se presentó arropado por dos ministros -Julia García Valdecasas y Eduardo Zaplana- y rodeado de algunos de los suyos, como la secretaria de Organización del PP, Ana Mato, y el secretario general de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), Baudilio Tomé.

Destacó la presencia de Carlos Aragonés, jefe de gabinete del presidente del Gobierno, que desempeña un papel destacado en el entorno de máxima confianza de José María Aznar.

El auditorio encajó la vocación periférica del candidato, que en los primeros compases proclamó su origen gallego, y al mismo tiempo aplaudió su oferta a CiU para que entre en un futuro Gobierno del PP, a partir de marzo. Uno de los académicos presentes en el acto, el director de la escuela de negocios de Esade, Carlos Losada, situó la oferta de Rajoy por encima de los resultados electorales de marzo: "Ofrece una coalición a CiU aunque saque mayoría absoluta", argumentó. Por su parte, Borja García Nieto, miembro de la junta del Círculo de Economía, elogió la oferta de "diálogo de Rajoy, lanzada desde el respeto institucional entre España y Cataluña".

Recién terminada la conferencia, dos ex presidente del foro económico, Joan Mas Cantí y Salvador Gabarró, resumían el tono "pactista", de Rajoy, que resulta "muy cercano" a sus posiciones. Y también a pie de tarima, otros asistentes complementaban, aunque de forma menos benevolente, la valoración del discurso del candidato. Señalaron que "no ha aportado novedad alguna en materia de autogobierno, salvo repetir que el Estatut y la Constitución son el techo máximo al que se puede aspirar", según resumió Jaume Tomás, presidente de Fira de Barcelona en un corrillo al término de la ponencia. En otro corrillo, en el que, entre otros, coincidieron Ricard Fornesa, presidente de La Caixa, y Leopoldo Rodés, presidente de Mediaplaning, un asistente destacó, desde el anonimato, que, "pese a su filípica sobre pleno empleo, el candidato del PP ha perdido la ocasión de hablar de los temas que interesan a los empresarios catalanes, como la caída de la productividad y el abandono de la inversión en investigación y desarrollo".

Para los empresarios, académicos y directivos que llenaron el aforo de un céntrico hotel de Barcelona en el que se celebró la conferencia, el discurso de Rajoy resultó moderado en lo político, pero sin consistencia en cuanto a su contenido económico. El candidato del PP triunfó en el tono, pero nunca en la forma. La estética de sus ponencia, pincelada de algunas citas muy socorridas del poeta Joan Maragall y del historiador Jaume Vicens Vives, hizo aguas al entrar en el tema del encaje catalán en España. Los asistentes esperaban un Rajoy menos severo en la inmutabilidad del modelo de Estado: "De nada sirve citar a Miquel Roca cuando dice que la Constitución española tiene acento catalán si después se interpreta la Carta Magna como algo intocable", señaló Carlos Güell, industrial y político centrista durante la etapa de UCD. Güell y el presidente de Caixa Catalunya, Antoni Serra Ramoneda, participaron en el coloquio que prosiguió al almuerzo celebrado después de la conferencia. Güel preguntó por el modelo constitucional, y Serra Ramoneda por las infraestructuras, una de las reivindicaciones históricas de Cataluña frente a Madrid. Y en ambos casos, Rajoy se salió por la tangente.

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