Silencio, canta Dayna
Desplegaba Kurtz este puñado de crónicas desgarradoras a pecho descubierto, en la más estricta soledad. Así, en esa desnudez minimal que los mediocres convierten en tedio, pudo corroborarse toda la hermosura que alienta composiciones como Miss Liberty, Last good taste o Paterson, esa ciudad "triste y bella" que tan bien encaja, en su propia definición, con la música de esta mujer.
La voz de Dayna se contonea por recovecos infinitos, pero su pasión siempre acaba sobrecogiendo. Su canto puede ser negro y elegante como el de Nina Simone, tan embaucador como el de Norah...
Desplegaba Kurtz este puñado de crónicas desgarradoras a pecho descubierto, en la más estricta soledad. Así, en esa desnudez minimal que los mediocres convierten en tedio, pudo corroborarse toda la hermosura que alienta composiciones como Miss Liberty, Last good taste o Paterson, esa ciudad "triste y bella" que tan bien encaja, en su propia definición, con la música de esta mujer.
Dayna Kurtz
Dayna Kurtz (voz y guitarras). Sala Clamores. Madrid, 12 de octubre.
La voz de Dayna se contonea por recovecos infinitos, pero su pasión siempre acaba sobrecogiendo. Su canto puede ser negro y elegante como el de Nina Simone, tan embaucador como el de Norah Jones (pero más encorajinado) y con ese fraseo que encandila en Annie Lennox cuando se la despoja de sus atildados productores. Pero cuando hurga en su tesitura más profunda y arrastrada, sólo Marianne Faithfull o Tom Waits se antojan tan emocionantes.