Reportaje:VUELTA 2003 | 16ª etapa

El mercenario salva al equipo

Cárdenas alegra el futuro de un Labarca 2-Cafés Baqué en crisis

Los últimos meses han sido duros para el Labarca 2-Cafés Baqué, un equipo formado con el dinero de un ex ciclista enriquecido en la construcción, Fernando Quevedo, que con el BH llegó a ser farolillo rojo del Tour de 1992, el segundo de Indurain, y con la base del Cafés Baqué, uno de los equipos básicos del ciclismo amateur español de los últimos años, una empresa propiedad de Erkaitz Erkoroiribe, que es del pueblo de Zarrabeitia y Etxebarria y como ciclista llegó a correr en el ONCE. Llegado al pelotón profesional con escaso presupuesto y mucho entusiasmo, la temporada de su estreno ha...

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Los últimos meses han sido duros para el Labarca 2-Cafés Baqué, un equipo formado con el dinero de un ex ciclista enriquecido en la construcción, Fernando Quevedo, que con el BH llegó a ser farolillo rojo del Tour de 1992, el segundo de Indurain, y con la base del Cafés Baqué, uno de los equipos básicos del ciclismo amateur español de los últimos años, una empresa propiedad de Erkaitz Erkoroiribe, que es del pueblo de Zarrabeitia y Etxebarria y como ciclista llegó a correr en el ONCE. Llegado al pelotón profesional con escaso presupuesto y mucho entusiasmo, la temporada de su estreno ha vivido todo tipo de disensiones internas -con cambio de director incluido: Jon Zengotitabengoa asumió todo el poder y dejó fuera a Sabino Angoitia, el hombre que levantó el Baqué amateur- y una alegría efímera -el triunfo de Kintana en una etapa de la Volta- amargada por el control positivo por EPO que le dejó a él sin etapa y al equipo tocado. Los últimos meses habían sido duros y el futuro se presentaba más negro aún. Se intuían reducciones presupuestarias, se necesitaban nuevos socios para el proyecto. Y todo este panorama lo aclaró ayer súbitamente el elemento más insospechado, un mercenario colombiano contratado de urgencia -contrato de obra que se dice- para la Vuelta, llamado Félix Rafael Cárdenas Ravalo, de 30 años, de Duitama, de donde Olano ganó el Mundial del 95.

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Félix Cárdenas es un corredor increíble, machacón e inasequible. Una fuerza de la naturaleza dotado de una cabeza pragmática y calculadora. En todas las etapas de montaña de esta Vuelta -las tres de los Pirineos, la Pandera, Sierra Nevada- su presencia ha sido constante y desestabilizadora. Un rompetácticas auténtico que había logrado hacerse con el maillot de rey de la montaña y que sólo buscaba ganar una etapa para cumplir con lo estipulado en su contrato. Ayer, y gracias al trabajo del Baqué, especializado en hundir escapadas matinales para que Cárdenas pueda jugar por libre llegado el momento, lo consiguió.

Es la segunda etapa de la Vuelta tras La Molina 2000 para Cárdenas, que también ganó una del Tour en 2001, en Ax les Termes. Corría entonces en el Kelme, que lo pescó en Colombia, y terminada la temporada intentó mejorar demasiado su contrato con la vieja táctica del farol de póquer. "En otro equipo me ofrece más", dijo, seguro de que no le dejarían irse. Pero no. "Pues vete al otro equipo", le dijeron. Terminó malamente en un equipo italiano de segunda, de ésos que no pagan más que un mes de contrato y terminó regresando a Colombia. Allí, en el Orbitel 05, siguió brillando motivado con la ilusión de construir un equipo fuerte colombiano para volver a Europa a lo grande. Ganó la Vuelta a La Rioja y una etapa en Castilla y León, pero su equipo no fue invitado a la Vuelta a España. "Entonces acepté la oferta de Erkaitz para correr la Vuelta con su equipo", explicó ayer. Acabó el Clásico RCN en Colombia a finales de agosto y una semana después estrenó el maillot de su nuevo equipo. "Y ahora, después de la Vuelta, escucharé la mejor oferta para correr en cualquier equipo europeo, porque el futuro está en Europa".

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