Tribuna:DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2003 / 15ª etapa

Echa el bote

La primera vez me ha pillado un poco despistado. Acabábamos de cruzar Despeñaperros, y estaba con la cabeza puesta en los recuerdos de ese templo celtibérico-franquista llamado Casa Pepe que no debe faltar en la ruta de todo buen aficionado a lo bizarro como yo. Un compañero me contaba cómo pasó por allí despistado un 23 de febrero, y la experiencia debió de ser de esas de las que no se olvidan, pero esa es otra historia. Bueno, a lo que voy que me pierdo; pues ya saliendo del desfiladero, y con este tipo de pensamientos en la cabeza, me encuentro con unos chavales que tenían una pancar...

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La primera vez me ha pillado un poco despistado. Acabábamos de cruzar Despeñaperros, y estaba con la cabeza puesta en los recuerdos de ese templo celtibérico-franquista llamado Casa Pepe que no debe faltar en la ruta de todo buen aficionado a lo bizarro como yo. Un compañero me contaba cómo pasó por allí despistado un 23 de febrero, y la experiencia debió de ser de esas de las que no se olvidan, pero esa es otra historia. Bueno, a lo que voy que me pierdo; pues ya saliendo del desfiladero, y con este tipo de pensamientos en la cabeza, me encuentro con unos chavales que tenían una pancarta que me ha parecido curiosa -que no graciosa-, pero sólo porque no sabía lo que me esperaba después. Decía textualmente: "Echar los botes". Debía ser la bienvenida, deduzco ahora después de haber visto el resto.

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En los Pirineos los gritos de ánimo eran los de siempre. Ayer en la Pandera, aparte de esos -afortunadamente también se oyeron- había uno que destacaba por encima de todos: "¡echa el bote, echa el bote!" -pronúnciese rápido, con fuerza, y a ser posible con acento andaluz-.

En los Pirineos muchos espectadores te ofrecían agua y Coca-Cola, y eso que la Vuelta no despertó por allí mucha expectación, quizá un poco más el fin de semana. Ayer, por el contrario, el público jiennense se volcó, al César lo que es del César, pero no fueron muchos los que nos ofrecían algo. Ellos pedían. "Echa el bote" es lo que decían; mientras los extranjeros te preguntaban extrañados qué era eso tan difícil de entender. Y no es cuestión ni de pedir ni de ofrecer, que nosotros por costumbre, cuando terminamos un bote lo echamos al público, eso siempre. El problema es que hay gente que no entiende que estamos en pleno esfuerzo haciendo nuestro trabajo. Algunos deben pensar que nosotros somos parte de la caravana publicitaria y que algo tenemos que echar. Así que ya sin botes terminamos la etapa, y emprendimos el descenso con la gorra en la cabeza y....... "¡echa la gorra, echa la gorra!"

Pedro Horrillo corre la Vuelta con el equipo Quick Step.

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