OPINIÓN DEL LECTOR

Víctimas del bien común

El "bien común" es un axioma, una verdad incuestionable (entre tantas mentiras) que acatamos como dogma de fe. El bien común es también una amenaza perversa contra las minorías.

Nuestros gobernantes han enarbolado la bandera del bien común. Los ciudadanos, menores de edad (o sea, la mayoría), no saben lo que quieren, o mejor dicho no quieren pensarlo porque se requiere mucho esfuerzo. No es necesario porque nuestros progenitores saben mejor qué es lo que nos conviene.

Por el bien común entramos en guerra, a pesar de nuestras protestas infantiles. Amparados en el bien común se ani...

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El "bien común" es un axioma, una verdad incuestionable (entre tantas mentiras) que acatamos como dogma de fe. El bien común es también una amenaza perversa contra las minorías.

Nuestros gobernantes han enarbolado la bandera del bien común. Los ciudadanos, menores de edad (o sea, la mayoría), no saben lo que quieren, o mejor dicho no quieren pensarlo porque se requiere mucho esfuerzo. No es necesario porque nuestros progenitores saben mejor qué es lo que nos conviene.

Por el bien común entramos en guerra, a pesar de nuestras protestas infantiles. Amparados en el bien común se aniquilan pueblos, razas, ecosistemas; se vende y se compra al ciudadano, como mal menor, para alcanzar ese nirvana.

Todavía no somos todos merecedores de tan altas cumbres. Pero, mientras tanto, el bien común engorda a los que lo han inventado, alimenta sus bolsillos, les proporciona un poder sin límites más allá de la tierra y del cielo, engalana sus casas, sus mujeres, sus hijos, les vacía el estómago de escrúpulos y la mente de ideales, les llena, en fin, la boca de una retórica incongruente y estúpida, y es que nuestra sociedad está ya tan acostumbrada a la no correspondencia entre el significado y el significante de las palabras que nos emborracha de significantes grandilocuentes carentes de significado, significantes que son pura mascarada en un mundo de perenne carnaval de orgías antropofágicas.

El bien común ha decretado el exterminio de las minorías, persigue al individuo pensante que no comparte las directrices de ese bien común. El desprecio, la humillación, la burla y la muerte es el coste agónico para los que aún no compartimos ese privilegio.

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