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Antoni Deig, obispo emérito de Solsona, partidario de la Teología de la Liberación

El obispo emérito de Solsona (Lleida), Antoni Deig, falleció ayer al no poder superar un proceso cancerígeno, detectado en las últimas semanas y del que fue intervenido en dos ocasiones, tras un rechazo de la primera operación en la que se le extirpó el estómago. La capilla ardiente con los restos mortales del obispo, que estuvo al frente de la diócesis durante 11 años, se instalará esta tarde en la Catedral de Solsona, recinto donde el jueves se celebrará la ceremonia de entierro. Hoy se celebrará un funeral a las doce de la mañana en Navàs, su población de nacimiento. Deig falleció en el hos...

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El obispo emérito de Solsona (Lleida), Antoni Deig, falleció ayer al no poder superar un proceso cancerígeno, detectado en las últimas semanas y del que fue intervenido en dos ocasiones, tras un rechazo de la primera operación en la que se le extirpó el estómago. La capilla ardiente con los restos mortales del obispo, que estuvo al frente de la diócesis durante 11 años, se instalará esta tarde en la Catedral de Solsona, recinto donde el jueves se celebrará la ceremonia de entierro. Hoy se celebrará un funeral a las doce de la mañana en Navàs, su población de nacimiento. Deig falleció en el hospital de Sant Joan de Deu, en Manresa, a las once de la mañana.

Antoni Deig fue también obispo de Menorca, y antes, un estrecho colaborador del entonces arzobispo de Tarragona, monseñor Josep Pont i Gol, una coincidencia que marcó su trayectoria y su pensamiento religioso. En su regreso a la Península, en 1990, Deig se distinguió por su compromiso religioso y político con Catalunya, y por sus postulados progresistas. Era amigo y defensor de la obra de Pere Casaldàliga, obispo en São Fèlix do Araguaia (Brasil) y uno de los religiosos comprometidos con la Teología de la Liberación y enfrentados con el Vaticano. Impulsó debates sobre la relación de Iglesia y país e impulsó la creación de una Conferencia Episcopal Catalana, debate que de manera oficial no se llegó a producir, y que se quedó con la creación de una región eclesiástica que une la Tarraconense con el Arzobispado de Barcelona.

El obispo ingresó en el centro hospitalario el 29 de julio y fue intervenido quirúrgicamente el martes pasado. Desde su ingreso pasó en dos ocasiones por la unidad de cuidados intensivos. En el momento de su fallecimiento, Deig estaba acompañado por su sucesor al frente de la diócesis de Solsona, Jaume Trasserra.

Deig fue titular de la diócesis de Solsona entre 1990 y 2001, año en el que pidió al Papa que le relevara de su cargo por razones de edad. La renuncia fue aceptada por el Pontífice y el 28 de julio de ese año, Deig fue sustituido por Jaume Tresserra. El año pasado recibió la distinción de la Cruz de Sant Jordi que concede el Gobierno de la Generalitat de Catalunya.

Nacido en Navàs (Barcelona) el 11 de marzo de 1926, Deig hizo sus estudios eclesiásticos en el seminario de Solsona y cursó la licenciatura en Derecho canónico en la Universidad de Salamanca. Tras ser ordenado sacerdote en 1949 y ocupar varios cargos eclesiásticos, en 1977 fue nombrado por el papa Pablo VI obispo de Menorca, puesto que dejó en 1990 para hacerse cargo de la diócesis de Solsona. Durante sus 11 años de prelatura en Solsona, Deig se convirtió en el abanderado del proyecto de creación de una Conferencia Episcopal Catalana y, en sus artículos en las hojas dominicales y en declaraciones en los medios de comunicación, demostró su talante nacionalista y se lamentó de la escasa continuidad que tenían sus mensajes entre la cúpula actual de la Iglesia en Catalunya.

Su pensamiento se ve en algunas pastorales como Fer, fer, fer i deixar fer (Hacer, hacer, hacer y dejar hacer), y Església i país. Su último libro polémico fue El nacionalisme és pecat? (El nacionalismo es pecado), escrito a partir de su intervención en la Universidad Catalana de Verano de Prada el año 1991. Su compromiso catalanista lo acercó al nacionalismo de izquierdas (ERC) y ayer su secretario general, Josep Lluis Carod Rovira, afirmaba que había fallecido una persona "sencilla, humana y próxima a la gente", y admitió que, con personas como él, "incluso los agnósticos como yo volveríamos a oír misa".

"Realmente, no hay nadie que haya seguido mi idea y mi trabajo; ha quedado parado y esto me duele", dijo Deig, que tras su jubilación se trasladó a vivir a su localidad natal, Navàs.

El ex alcalde de Solsona, Ramon Llumá, cuyo mandato coincidió con el de Deig al frente del obispado, afirmó ayer que el obispo "era un hombre que quería a su tierra y además ejercía de conductor". Llumá ha destacado que Deig "no tuvo miedo cuando hizo falta hablar claro y catalán", y ha señalado que "esto hoy en día no se encuentra".

Antoni Deig.

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