Reportaje:TOUR 2003 | Decimotercera etapa

El agente naranja ataca los Pirineos

Zubeldia se erige en la baza española, arropado en la ruta por miles de vascos

"¿Pero queda alguien en el País Vasco?", bromeaba un bonachón señor francés, con boina calada, que repartía productos típicos de la región pirenaica a los integrantes de la caravana del Tour. Viendo cómo estaban las cunetas en las subidas a los dos últimos puertos, Pailhères y Ax-3 Domaines, hasta se podría pensar que todo Euskadi cruzó ayer la muga para desplegar un batallón de ikurriñas, de camisetas del Athletic y de la Real Sociedad y de toda clase de fetiches naranjas, el color de su equipo ciclista, en los bordes achicharrados de las carreteras de montaña. El agente naranja...

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"¿Pero queda alguien en el País Vasco?", bromeaba un bonachón señor francés, con boina calada, que repartía productos típicos de la región pirenaica a los integrantes de la caravana del Tour. Viendo cómo estaban las cunetas en las subidas a los dos últimos puertos, Pailhères y Ax-3 Domaines, hasta se podría pensar que todo Euskadi cruzó ayer la muga para desplegar un batallón de ikurriñas, de camisetas del Athletic y de la Real Sociedad y de toda clase de fetiches naranjas, el color de su equipo ciclista, en los bordes achicharrados de las carreteras de montaña. El agente naranja del Euskaltel se ha extendido por el Tour. Y ayer, jugando prácticamente en casa, consolidó a Haimar Zubeldia como la mejor baza española para el podio de París.

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Algo influyeron los gritos y el ondear de las enseñas en la decisión que tomó Zubeldia de atacar a poco más de tres kilómetros de la meta. "Lo de la gente ha sido extraordinario. Me ha ayudado muchísimo", admitió él mismo tras coronar el último puerto. En medio del griterío, Zubeldia recibió por el auricular la consigna de su director, Julián Gorospe, y se atrevió a enseñar su rueda trasera a la élite del Tour. Era su primer ataque en dos semanas de carrera.

Hasta ayer, Zubeldia había aguantado siempre con los mejores. Pero le faltaba ese punto de agresividad que exigen los aficionados, esa resolución que sí mostró en Alpe d'Huez su compañero Iban Mayo, la figura que estaba eclipsando a Haimar. Hasta que llegaron las últimas rampas de Ax-3 Domaines. "Yo soy más conservador que Iban", confesó, aún jadeante tras la escalada, "pero esta vez me he visto con fuerzas, he notado alguna flaqueza en Armstrong, y el director me ha animado". Más que el tiempo conseguido en la cumbre -sólo cinco segundos sobre el estadounidense- importó el gesto de decisión y la capacidad para sobreponerse al esfuerzo de la contrarreloj del día anterior, que le dejó exhausto, incapaz de erguir la cabeza, recostada sobre el manillar durante varios minutos. Al inicio de la etapa de ayer, aún notaba las secuelas. Hasta que un aullido con acento vasco brotó de las cunetas.

Zubeldia (Lasarte, Guipúzcoa, 1977) llevaba tres temporadas apuntando alto, sobre todo en pruebas cortas, como la Bicicleta Vasca, que ganó en 2000, pero le faltaba dejarse ver en una de las grandes carreras. De repente se ha encontrado con un equipo más ambicioso y con las mejores circunstancias ambientales. El Tour más sofocante de los últimos años ha sido una bendición para Haimar, a quien el calor pone en ebullición. Ayer se volvieron a superar los 30 grados a casi 1.300 metros de altitud. "Y por mí, que siga esta temperatura hasta París", aseguró. Sobre su actitud futura, se mostró muy cauto. Cuando le preguntaron si se había abierto la veda contra Armstrong, respondió: "Se ha abierto... para Ullrich".

Ullrich, seguido de Zubeldia, Vinokurov y Armstrong en la subida al col de Ax-3 Domaines.REUTERS

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