Columna

Basta ya

Que me disculpen Savater y los demás amigos del País Vasco si me apropio del estupendo nombre de su asociación para exigir el punto final de algo que es tan denigrante e inadmisible como los asesinatos de los etarras. Me refiero a la violencia doméstica y al callado martirio cotidiano de cientos de miles de mujeres. A todo ese inmenso horror y esa miseria que estalla cada día delante de nuestros ojos sin que, cosa incomprensible, hagamos nada verdaderamente eficaz para acabar con ello. Tengo sobre mi mesa unos cuantos recortes de periódico recogidos tan sólo en las dos últimas semanas: mujeres...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Que me disculpen Savater y los demás amigos del País Vasco si me apropio del estupendo nombre de su asociación para exigir el punto final de algo que es tan denigrante e inadmisible como los asesinatos de los etarras. Me refiero a la violencia doméstica y al callado martirio cotidiano de cientos de miles de mujeres. A todo ese inmenso horror y esa miseria que estalla cada día delante de nuestros ojos sin que, cosa incomprensible, hagamos nada verdaderamente eficaz para acabar con ello. Tengo sobre mi mesa unos cuantos recortes de periódico recogidos tan sólo en las dos últimas semanas: mujeres agredidas a martillazos, fileteadas a golpes de hacha, intentadas quemar vivas. Un informe dice que la mitad de las mujeres andaluzas atendidas en urgencias presentan síntomas de malos tratos (la próxima vez que tengan que ir a urgencias, miren a su vecina). Y hace un par de domingos, de madrugada, cinco mujeres madrileñas tuvieron que ser atendidas por el Samur a causa de las palizas recibidas. Tres de ellas estaban embarazadas. Todo sucedió en una sola ciudad, en una sola noche, en menos de siete horas. Y esto sin contar, naturalmente, a todas aquellas otras víctimas a las que sin duda pegaron o torturaron más silenciosamente. Tan callada y subrepticiamente, de hecho, que no tuvo que intervenir el Samur.

Basta ya, por favor, basta ya. Me indigna y avergüenza que la sociedad española no ponga todos los medios necesarios para combatir este constante horror. Porque no los pone. En el momento en que escribo esto, llevamos 43 víctimas mortales en este año; un 32% de ellas habían denunciado malos tratos con anterioridad, pero el juez decretó medidas cautelares sólo en un tercio de los casos: las demás quedaron totalmente a merced de su agresor. Y cuando se decretaron las medidas, nadie vigiló para que se cumplieran. El 40% de las denuncias por maltrato simplemente se archivan; del resto, un 75% de las sentencias son absolutorias para el maltratador, y, de las pocas condenas que se alcanzan, resulta que ocho de cada diez no conllevan más pena que pagar una multa de seis euros al día. Mucho llenarnos la boca con el tema, pero en realidad siempre dejamos a las mujeres solas.

Archivado En