Crítica:

Mirando el paisaje

El paisaje como género pictórico fue denostado por unas vanguardias que basaron su fe moderna en el maquinismo y la velocidad, relegándolo a una práctica de aficionados domingueros. La recuperación de la pintura de paisaje tras las prácticas del land art no está resultando fácil pero artistas como Joaquín Risueño (Madrid, 1957) están contribuyendo a dotar al viejo género pictórico de un nuevo interés gracias al desarrollo de una nueva mirada intencionada que no necesita negar el verismo de los elementos que representa ni la afición al detalle realista y minucioso. Así, en sus cuadros se...

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El paisaje como género pictórico fue denostado por unas vanguardias que basaron su fe moderna en el maquinismo y la velocidad, relegándolo a una práctica de aficionados domingueros. La recuperación de la pintura de paisaje tras las prácticas del land art no está resultando fácil pero artistas como Joaquín Risueño (Madrid, 1957) están contribuyendo a dotar al viejo género pictórico de un nuevo interés gracias al desarrollo de una nueva mirada intencionada que no necesita negar el verismo de los elementos que representa ni la afición al detalle realista y minucioso. Así, en sus cuadros se ofrecen vistas que resultan cautivadoras gracias al cuidado con que plasma las luces o al ambiente que consigue explotando efectos de niebla o con la acumulación de masas de nubes. Sería muy fácil recurrir ante estos cuadros a la cita de ciertos pintores románticos, con los que se pueden encontrar "parecidos", pero no es necesario alambicar una genealogía para justificar unos cuadros que en sí mismos muestran un cierto grado de conceptualización que los aleja de la copia mimética y de la banalidad de los tópicos de tarjeta postal.

JOAQUÍN RISUEÑO

Galería Moriarty

Almirante, 5. Madrid

Hasta el 5 de julio

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