Crítica:CLÁSICA

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La organización de un ciclo pianístico dedicado a los jóvenes valores siempre será intento positivo, incluso para quienes no gustamos demasiado de dividir a los artistas por la edad. De cualquier modo, aquí están algunos sucesores de la generación de los Volodos o los Kissin, nietos artísticos de Barenboim o Pollini. Se llaman, ciñéndonos al ciclo de Scherzo, Cristina Marton (Rumania), Javier Periañez (España) y Andrea Bacchetti (Génova).

Con un sonido limpio y transparente, un mecanismo virtuosista pero desnudo de vanidad, un criterio personal y al mismo tiempo riguroso, Bacchet...

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La organización de un ciclo pianístico dedicado a los jóvenes valores siempre será intento positivo, incluso para quienes no gustamos demasiado de dividir a los artistas por la edad. De cualquier modo, aquí están algunos sucesores de la generación de los Volodos o los Kissin, nietos artísticos de Barenboim o Pollini. Se llaman, ciñéndonos al ciclo de Scherzo, Cristina Marton (Rumania), Javier Periañez (España) y Andrea Bacchetti (Génova).

Con un sonido limpio y transparente, un mecanismo virtuosista pero desnudo de vanidad, un criterio personal y al mismo tiempo riguroso, Bacchetti deja asomar su sensibilidad musical poco amiga de excesos. Así sus suites de Bach (la francesa en sol mayor o la inglesa en mi menor) entendidas con sobriedad estilística pero enteramente desde el piano, llenaron la primera parte del programa y valieron al pianista genovés muy largos aplausos.

Ciclo de jóvenes intérpretes

Scherzo, EL PAÍS, INAEM, Hazen). Andrea Bacchetti. Obras de Bach, Berio, Mozart y Prokofiev. Auditorio Nacional, Madrid, 24 de junio.

Los hubo, muy justamente, para los Encores del fallecido Luciano Berniosiempre, capaz de soluciones originales. No de otra manera creó su inmensa y perfecta obra Mozart, que nos llegó en una preciosa versión de la Sonata en do mayor, K. 397, y otra, más intensa por la demanda de los pentagramas, de la Fantasía en re menor, K. 397. Para final, una de las más hermosas sonatas de Prokofiev, la número 4 en do menor, (D'aprés des vieux cahiers), estrenada por el mismo compositor en Petrograd. Bacchetti desentrañó toda la complejidad de su contenido. Las ovaciones se multiplicaron y dieron lugar a un par de propinas.

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