Entrevista:TROTAMUNDOS | MARÍA ADÁNEZ - ACTRIZ | PROPUESTAS

Lagartijas de la suerte

Aún conserva ese aire de mochilera de toda la vida. Pero a esta joven actriz, de gira teatral con El príncipe y la corista, le llegó el turno de darse el gran viaje. A Bali, con su madre y hermanas.

Qué gran regalo.

Fue hace dos años. Había ganado un dinerillo y quería regalarles algo para toda la vida, así que saqué los billetes y nos fuimos en un vuelo interminable con siete horas de escala en Singapur. Menos mal que en el aeropuerto había un hotel donde te daban masajes y todo.

Así se lo ponían a Felipe II, que diría mi madre.

Sí. Cuan...

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Aún conserva ese aire de mochilera de toda la vida. Pero a esta joven actriz, de gira teatral con El príncipe y la corista, le llegó el turno de darse el gran viaje. A Bali, con su madre y hermanas.

Qué gran regalo.

Fue hace dos años. Había ganado un dinerillo y quería regalarles algo para toda la vida, así que saqué los billetes y nos fuimos en un vuelo interminable con siete horas de escala en Singapur. Menos mal que en el aeropuerto había un hotel donde te daban masajes y todo.

Así se lo ponían a Felipe II, que diría mi madre.

Sí. Cuando por fin llegamos a Bali recuerdo la bofetada de calor y humedad, y el aturdimiento cuando nos pusieron esos collares de flores como ceremonia de recibimiento. No sabes la delicadeza que tienen los balineses y lo detallistas que son.

Explíquese.

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Había que andar mirando al suelo, porque ponen ofrendas por todas partes. Son bandejitas de madera con un poco de la comida, pan, pétalos de flores o incienso. Todo para sus dioses. Luego ves los templos, que no tienen una arquitectura maravillosa, pero los adornan con telas de colores y flores, así que resultan preciosos.

¿Hubo algún punto oscuro?

Sí, las playas me decepcionaron. No son gran cosa, salvo que quieras hacer surf. Pero el chasco queda compensado con la belleza de los mercadillos, la animación de las calles y la hospitalidad de la gente.

Y alguna nota curiosa...

Allí consideran que las lagartijas dan buena suerte. Sobre la puerta de nuestra habitación de hotel las había a cientos.

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