Debate electoral

En la edición del 13 de mayo publican dos cartas sobre los debates televisivos de los candidatos autonómicos y municipales. Las dos son una proclama de adhesión inquebrantable a los candidatos del PP, sin un solo argumento ni una sola apreciación o comentario singular. En el mejor de los casos, el desahogo de dos forofos; en el peor, el fruto de una de esas campañas de bloquear centralitas o inundar de cartas las redacciones por consignas a las que tan históricamente aficionada es la derecha nacional. ¿Cómo diablos seleccionan ustedes las cartas? No sé si es un sesgo torticero o esa desidia ca...

En la edición del 13 de mayo publican dos cartas sobre los debates televisivos de los candidatos autonómicos y municipales. Las dos son una proclama de adhesión inquebrantable a los candidatos del PP, sin un solo argumento ni una sola apreciación o comentario singular. En el mejor de los casos, el desahogo de dos forofos; en el peor, el fruto de una de esas campañas de bloquear centralitas o inundar de cartas las redacciones por consignas a las que tan históricamente aficionada es la derecha nacional. ¿Cómo diablos seleccionan ustedes las cartas? No sé si es un sesgo torticero o esa desidia cada vez más frecuente en sus páginas que deja llegar mansamente hasta los titulares, sin filtro ni criterio, eslóganes y consignas inanes emanadas de los gabinetes de imagen de quienes nos gobiernan. En uno u otro supuesto, los beneficiarios son los mismos, y el pacto de confianza que los lectores establecen con el periódico que compran cada día -ése que ha otorgado a EL PAÍS su vitola de diario riguroso e independiente- se erosiona sin remedio.