Crítica:FLAMENCO

Al borde de lo imposible

El premio -IX Distinción de la Peña Chaquetón- se lo llevó la Paquera de Jerez, pero quien peleó el cante de verdad fue Juan Moneo El Torta. Es cantaor imprevisible, que canta bien o canta mal, según soplen los vientos de su inspiración, que anteanoche debían soplar de arriba a juzgar por las reiteradas ocasiones en que lanzó besos, y quizás oraciones al cielo. "Ahora comprendo mejor lo de Madrid al cielo", dijo tras oír los primeros aplausos a su irregular cante por alegrías. Y fue a más constantemente. En las siguiriyas era casi angustioso verle y oírle, apurando los tercios y sus pos...

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El premio -IX Distinción de la Peña Chaquetón- se lo llevó la Paquera de Jerez, pero quien peleó el cante de verdad fue Juan Moneo El Torta. Es cantaor imprevisible, que canta bien o canta mal, según soplen los vientos de su inspiración, que anteanoche debían soplar de arriba a juzgar por las reiteradas ocasiones en que lanzó besos, y quizás oraciones al cielo. "Ahora comprendo mejor lo de Madrid al cielo", dijo tras oír los primeros aplausos a su irregular cante por alegrías. Y fue a más constantemente. En las siguiriyas era casi angustioso verle y oírle, apurando los tercios y sus posibilidades hasta el borde de lo imposible. Y por bulerías alcanzó la genialidad que siempre esperamos de él.

IX Distinción Flamenca Peña Chaquetón

Cante: Juan el Torta, Manuel Agujetas, La Paquera. Toque: Juan Manuel Moneo, Antonio Soto, Antonio Jero. Compás: Chicharrito, José Méndez, Manuela Méndez, El Agarrao. Teatro Auditorio Ciudad de Alcobendas, 10 de mayo.

Quien fuera a Alcobendas a escuchar a Manuel Agujetas -y seguro que fue mucha gente porque es cantaor que mueve pasiones jondas- se volvió de vacío. Estaba en precarias condiciones efectivamente, y llegó a pedir perdón al público. Hizo malamente cuatro o cinco cantes, cortándolos donde le daba la gana, y se metió para dentro. Apenas veinte minutos. A la organización debió parecerle tan sangrante esto que le hizo salir de nuevo. Agujetas cantó un fandanguito a todo correr y fin definitivo. Y el público aplaudió con generosidad todos estos ires y venires. Hay cosas que no se entienden.

La Paquera se interpretó a sí misma con absoluta fidelidad. Su sola presencia en el escenario fue acogida por la audiencia con estentóreos clamoreos. Su cante es el grito puro y duro, y a la gente le gustan esos ramalazos de poderío que avasalla, prescindiendo con frecuencia del micrófono. Un poco por soleá, un poco por tientos, unos cuantos fandangazos (La Paquera dixit) y las bulerías. La cantaora estuvo en su salsa, paseándose por el escenario con aires de artillería pesada y recibiendo los homenajes.

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