Forjado en la televisión
Guipuzcoano de 1936, Antonio Mercero es más conocido por su actividad en televisión que en el cine, especialmente desde que con La cabina (1972) obtuviera, entre otros premios, el Emmy de la televisión americana y el de la crítica internacional en el Festival de Montecarlo. A este éxito le sucederían los de Los pajaritos (1973), Este señor de negro (1975), La Gioconda está triste (1976), y muy especialmente las series Verano azul (1979-80), Turno de oficio (1986) y Farmacia de guardia (1991-95).
Su actividad en el campo del ...
Guipuzcoano de 1936, Antonio Mercero es más conocido por su actividad en televisión que en el cine, especialmente desde que con La cabina (1972) obtuviera, entre otros premios, el Emmy de la televisión americana y el de la crítica internacional en el Festival de Montecarlo. A este éxito le sucederían los de Los pajaritos (1973), Este señor de negro (1975), La Gioconda está triste (1976), y muy especialmente las series Verano azul (1979-80), Turno de oficio (1986) y Farmacia de guardia (1991-95).
Su actividad en el campo del largometraje cinematográfico es más esporádica, aunque no por ello exenta de éxitos. Si bien sus primeras películas Se necesita chico (1963) y Manchas de sangre sobre un coche nuevo (1975) pasaron desapercibidas, no ocurrió así con Las delicias de los verdes años (1976), y La guerra de papá (1977), masivamente apoyadas por el público, lo que no se prolongó posteriormente con las discretas Tobi (1978), La próxima estación (1982) y Buenas noches, señor monstruo (1982). "Su obra revela el intento de hacer un cine con estilo y tono propios, a medio camino entre la comicidad y la ternura, destacando en tal sentido Espérame en el cielo (1987), fábula sobre el franquismo a través de la figura de un supuesto doble de Franco", según reza el Diccionario de la Academia española de cine.
Para Ramón de España, Antonio Mercero es "un humanista que cree sinceramente en el poder sanador, dentro de un orden, de sus películas y teleseries". Por su parte, el autor se limita a señalar que "en realidad, yo cuento lo que conozco, y mi vida está alrededor de la clase media española. Por eso la vida cotidiana y los personajes cotidianos surgen de mí". Interesado por el mundo de los niños, a los que ha dedicado muchos de sus trabajos, ha regresado a ellos con su última película, Planta 4ª, de reciente estreno.
La Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión le concedió el premio Toda una Vida 2002, galardón con el que se reconoce su amplia trayectoria profesional en la pequeña pantalla.