La voz de la aldea

Los grupos de cantareiras o pandereteiras encarnan la expresión más genuina de la tradición musical gallega, la de las aldeanas que transmiten sus cánticos de una a otra generación y repiquetean sus panderetas como único acompañamiento. Un creciente número de muchachas -Leilía, Anubía, Ialma- han dignificado y reivindicado este género. En el club hay que acomodar en lugar preferente a estas cinco mozas de Pontedeume (A Coruña) que estrenaban su primer y homónimo álbum.

Fogueadas como colaboradoras de Oskorri o Luar na Lubre, las Faltriqueira están labrándose una temprana consideración e...

Los grupos de cantareiras o pandereteiras encarnan la expresión más genuina de la tradición musical gallega, la de las aldeanas que transmiten sus cánticos de una a otra generación y repiquetean sus panderetas como único acompañamiento. Un creciente número de muchachas -Leilía, Anubía, Ialma- han dignificado y reivindicado este género. En el club hay que acomodar en lugar preferente a estas cinco mozas de Pontedeume (A Coruña) que estrenaban su primer y homónimo álbum.

Fogueadas como colaboradoras de Oskorri o Luar na Lubre, las Faltriqueira están labrándose una temprana consideración en los foros europeos de ritmos étnicos, sin duda gracias a que han sabido equilibrar la ecuación entre el desparpajo juvenil y el respeto a la herencia de las abuelas. A ello hay que unir el audaz padrinazgo de Pascal Gaigne, que acierta al colorear estos cánticos con inflexiones magrebíes o elementos ajenos en las percusiones. Empezaron encogidas de puros nervios, pero no tardaron en desplegar unas gargantas luminosas; sobre todo, Ana y Teresa. Aún se las nota poco desenvueltas, pero esas cosas se curan. Lo importante es la belleza de sus armonías y las ganas de agradar, que les sobran.