Columna

Rumores que matan

El PP debe andar de los nervios si sus portavoces más cualificados (Francisco Camps, Alicia de Miguel y Alejandro Font de Mora) son capaces de convertir un rumor -en realidad una mentira, como habrían comprobado con una simple llamada telefónica- en un cubo de basura con el que ensuciar a un senador socialista por Alicante que, dicho sea de paso, tampoco es que sea el Petronio de la política. Pero que Ángel Franco no sea el árbitro de la elegancia pública no explica que tan significados representantes populares se pasen por el arco del triunfo la constitucional presunción de inocencia. En el P...

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El PP debe andar de los nervios si sus portavoces más cualificados (Francisco Camps, Alicia de Miguel y Alejandro Font de Mora) son capaces de convertir un rumor -en realidad una mentira, como habrían comprobado con una simple llamada telefónica- en un cubo de basura con el que ensuciar a un senador socialista por Alicante que, dicho sea de paso, tampoco es que sea el Petronio de la política. Pero que Ángel Franco no sea el árbitro de la elegancia pública no explica que tan significados representantes populares se pasen por el arco del triunfo la constitucional presunción de inocencia. En el PP están nerviosos. En realidad todos están atacados -los socialistas tampoco es que puedan ir sacando pecho: su final de legislatura en las Cortes Valencianas pasará a la antología del disparate parlamentario de consuno con la torpeza de la presidenta Marcela Miró. Y la dedicatoria del portavoz municipal de Valencia, Rafael Rubio, a la ministra de Exteriores, le retrata en toda su indigencia intelectual-, los unos porque pueden perder y los otros porque igual ganan. Pero la sensiblería del PP, ¡ay!, les delata. Antaño tan fuertes y hogaño con todas sus flaquezas al aire.

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