Insumisión en Vistalegre

Ayer tocaba desorden, rebeldía, insumisión y arrebato en Vistalegre. En la grada y en la cancha. Contra la guerra de Irak, en la zona de los espectadores, más allá de los burladeros y contra la dictadura deportiva barcelonista, su brillante nómina de jugadores y sus 12 triunfos consecutivos en la Liga ACB. Pancartas de rechazo al conflicto bélico, más allá de la barrera y velocidad conjugada con triples -al principio de Jasen, después de un acertadísimo Loncar- en el parqué. Y en esa representación del incorformismo, brillaron las figuras de Jasen y Azofra.

El argentino ha crecido como ...

Ayer tocaba desorden, rebeldía, insumisión y arrebato en Vistalegre. En la grada y en la cancha. Contra la guerra de Irak, en la zona de los espectadores, más allá de los burladeros y contra la dictadura deportiva barcelonista, su brillante nómina de jugadores y sus 12 triunfos consecutivos en la Liga ACB. Pancartas de rechazo al conflicto bélico, más allá de la barrera y velocidad conjugada con triples -al principio de Jasen, después de un acertadísimo Loncar- en el parqué. Y en esa representación del incorformismo, brillaron las figuras de Jasen y Azofra.

El argentino ha crecido como jugador y ha conseguido que sus defectos, principalmente el de la precipitación, se hayan convertido en electricidad positiva. Su nervio tradicional se ha traducido gracias a una mejor actitud en una buena aportación anotadora y en una notable intensidad defensiva. Y eso, las ganas y la disciplina defensiva estudiantil, unido al aturdimiento con el que saltó el Barcelona, especialmente Navarro, a Vistalegre, se convirtió en una ventaja que pasó de creciente a enorme para los colegiales. Si en el primer cuarto del choque la ventaja rondó la decena, en el segundo la quincena y en el tercero la veintena, al final los locales se acercaron a la treintena. Ni Dueñas ni Bodiroga, el gigante en estatura y el gigante en recursos azulgrana intentaron frenar la sangría sin éxito. Las ganas de Dueñas se diluyeron en el banquillo y la frialdad de Bodiroga en la diferencia del marcador.