Crítica:

El juego de las apariencias

Los lingüistas desarrollaron en los años setenta un método de análisis del texto literario que denominaron "desconstrucción". El término, sacado de su contexto, hizo después fortuna como sinónimo de una cierta manera de proceder y se aplicó a campos tan dispares como la política o las artes. En el mundo del arte se utilizó este término para calificar indistintamente aquellas obras en las que se invierten los procedimientos retóricos, ofrecen una imagen de demolición o especulan con las convenciones de los géneros académicos. Muy pronto, Perejaume (San Pol de Mar, 1957), haciéndose eco del valo...

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Los lingüistas desarrollaron en los años setenta un método de análisis del texto literario que denominaron "desconstrucción". El término, sacado de su contexto, hizo después fortuna como sinónimo de una cierta manera de proceder y se aplicó a campos tan dispares como la política o las artes. En el mundo del arte se utilizó este término para calificar indistintamente aquellas obras en las que se invierten los procedimientos retóricos, ofrecen una imagen de demolición o especulan con las convenciones de los géneros académicos. Muy pronto, Perejaume (San Pol de Mar, 1957), haciéndose eco del valor del prefijo des, se autodenominó "despintor de paisajes" e incluso hizo sus pinitos teóricos estableciendo categorías, no sin cierta ironía, de los tipos posibles de despintores de paisajes. Según se ha ido desarrollando su carrera se ha confirmado en qué consistía su despintura y, en la actual muestra, se puede apreciar la profundidad de estratos a los que afecta esta categoría.

PEREJAUME

Galería Soledad Lorenzo

Orfila, 5. Madrid

Hasta el 29 de marzo

Frente a otras muestras en las que ha presentado objetos, instalaciones y artefactos que le unían a esa constelación de artistas de lo objetual, en la exposición actual presenta mayoritariamente obras cuyo formato plano, suspendido de la pared, las hacen asumibles a los tradicionales cuadros. En ellas aparecen estampadas imágenes que representan paisajes en los que se distinguen claramente unos territorios formados por suaves colinas y un cielo de aspecto tormentoso. En estas imágenes, el suelo aparece totalmente cubierto de cuadros, de los que son particularmente explícitos sus marcos. Todo en estas obras se construye (o desconstruye) con suplantaciones, referencias cruzadas o, si utilizamos la retórica desconstructivista, con hipertextos. Así, sirviéndose de las licencias del lenguaje hipertextual, el territorio que se muestra en las obras es sustituido por los cuadros que lo cubren, representados a su vez no por la imagen que contienen sino por su atributo: el marco. Por su parte, el cielo aparece configurado por gruesas pinceladas agigantadas que hacen evidente su condición de pintura aplicada con una brocha, sin embargo, lo que contemplamos no es una capa de pasta pictórica grumosa, sino imágenes fotográficas de ella que, por cierto, no se presentan como un trabajo fotográfico sino como imágenes digitalizadas y tratadas por medio de ordenador, dejando claras evidencias de la suplantación, siendo finalmente impresas en papel continuo.

Este juego de apropiaciones, simulaciones y suplantaciones pone en evidencia la trama sobre la que se ha construido la maraña de convenciones en las que naufragan conceptos como pintura, paisaje, imagen, cuadro y arte. Alterando o desplazando las convenciones, Perejaume des-vela no sólo la precaria estructura del texto artístico sino la fragilidad de la propia realidad en la cual las apariencias de las cosas han suplantado a las cosas en sí, de las cuales hace tiempo ya que han huido sus esencias.

'Del uso' (2002), imagen de uno de los vídeos de Perejaume en los que surgen sonidos a través de personajes.

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