Crítica:ROCK | ZWAN

Obsesiones musicales al día

Tras el adiós de Smashing Pumpkins en 2000, su líder, el inquieto y calvo Billy Corgan, ha tardado poquísimo en volver a la acción. Tras colaborar con los legendarios New Order, Corgan presentó un año después Zwan, un nuevo proyecto que ofrece una versión más desarrollada de sus particulares obsesiones musicales, así como una idea de trabajo en grupo que, a pesar de la importancia central y absoluta de la que Billy goza en todas sus iniciativas artísticas, quedó bien de manifiesto en la presentación de la banda en Madrid ante un numeroso grupo de rendidos admiradores de Corgan y los Smashing P...

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Tras el adiós de Smashing Pumpkins en 2000, su líder, el inquieto y calvo Billy Corgan, ha tardado poquísimo en volver a la acción. Tras colaborar con los legendarios New Order, Corgan presentó un año después Zwan, un nuevo proyecto que ofrece una versión más desarrollada de sus particulares obsesiones musicales, así como una idea de trabajo en grupo que, a pesar de la importancia central y absoluta de la que Billy goza en todas sus iniciativas artísticas, quedó bien de manifiesto en la presentación de la banda en Madrid ante un numeroso grupo de rendidos admiradores de Corgan y los Smashing Pumpkins.

Arropado por su compañero en la citada banda, el batería Jimmy Chamberlin, Corgan ha construido alrededor de sí mismo un vigoroso grupo de rock en el que brillan, ante todo, sus propias habilidades como intérprete de guitarra entregándose a unos solos de ambiente psicodélico y sonido metálico marca de la casa; largos, quizá demasiado, desarrollos instrumentales que prolongaban las canciones de su disco de debú, Mary star of the sea, hasta más allá de los cinco o seis minutos. Sin ir más lejos, el tema instrumental con el que comenzaban su actuación duraría más de trece.

La sensación general de este nuevo proyecto dejó, sin embargo, mejor sabor de boca que las últimas visitas de Smashing Pumpkins, cuando se sabía que la banda tenía los días contados. Zwan es una maquinaria musical sólida en la que, aparte de lo expuesto del propio Billy Corgan, gran parte del interés artístico descansa en el buen hacer de la guapa bajista Paz Lenchantin y en excelentes composiciones, alguna de las cuales, como Endless summer y, especialmente, Honestly, ya han demostrado enorme gancho comercial.

Regreso con balance positivo el de este artista que, a sus treinta y seis años, y después de haber escrito una importante página en la historia del rock -una música para audiencias juveniles-, parece no tener aún oxidada su capacidad de conectar con el público.

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