Cartas al director

'Kabuki' electoral

Tenemos las elecciones autonómicas y municipales a la vuelta de la esquina y los partidos mayoritarios españoles ya han comenzado sus campañas requiriendo al electorado con sus eslóganes recién paridos por los publicistas.

Sin embargo, a la vista de lo que nos han mostrado, este ciudadano constata con desasosiego que el terreno político se mueve a sus pies, que la calima psicológica de los creativos políticos provoca visiones irreales en el horizonte. Y así, mientras el PP ofrece un apabullante abanico de medidas como si hubiera inventado la pólvora del bienestar y de la segurida...

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Tenemos las elecciones autonómicas y municipales a la vuelta de la esquina y los partidos mayoritarios españoles ya han comenzado sus campañas requiriendo al electorado con sus eslóganes recién paridos por los publicistas.

Sin embargo, a la vista de lo que nos han mostrado, este ciudadano constata con desasosiego que el terreno político se mueve a sus pies, que la calima psicológica de los creativos políticos provoca visiones irreales en el horizonte. Y así, mientras el PP ofrece un apabullante abanico de medidas como si hubiera inventado la pólvora del bienestar y de la seguridad, el PSOE, calmado, se acerca al pueblo aplacándole los hervores de la sangre.

Yo esperaba que el PP no nos descubriera tan a las claras esa letanía de proyectos que no ha sido capaz de cumplir en sus mandatos, convirtiendo sus errores en estandarte de promesa futura. Es evidente que el partido del Gobierno, además de acaparar el centro del espacio político, asume por elevación las responsabilidades de oposición. Cabe esperar que no siga por este camino, y consiga crear el estado de partido único, y dogmatizar el "España va bien" como en tiempos pasados.

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Esta reducción tiene un "cómplice forzado", el partido socialista, que recaba de los ciudadanos el apoyo sin estridencias, pero dando la impresión de que cabalga en la contraola del PP.

Los ciudadanos merecemos más consideración. No queremos servir de tontos útiles para mantener intacta la imagen de la democracia sólo con nuestros votos. Si las maquinarias electorales utilizan argucias para "convencernos", y los políticos se disfrazan, la libertad estará en entredicho.

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