Cartas al director

El interior del Guggenheim

No he podido resistirme a escribirles un pequeña reseña al leer el bello artículo de J. J. Millás sobre el vacío. Es un tópico muy difundido afirmar, como hace el escritor, que el museo Guggenheim de Bilbao es sólo envoltorio. Aun así, sólo por su imponente arquitectura merecería la pena visitarlo, sobre todo ahora que sabemos que definitivamente ya no se construirá el magnífico museo que Gery había diseñado para Nueva York.

Pero es que esto no es cierto. En estos momentos, además de su colección permanente, que incluye a los mejores artistas contemporáneos, podemos disfrutar de dos mar...

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No he podido resistirme a escribirles un pequeña reseña al leer el bello artículo de J. J. Millás sobre el vacío. Es un tópico muy difundido afirmar, como hace el escritor, que el museo Guggenheim de Bilbao es sólo envoltorio. Aun así, sólo por su imponente arquitectura merecería la pena visitarlo, sobre todo ahora que sabemos que definitivamente ya no se construirá el magnífico museo que Gery había diseñado para Nueva York.

Pero es que esto no es cierto. En estos momentos, además de su colección permanente, que incluye a los mejores artistas contemporáneos, podemos disfrutar de dos maravillosas exposiciones que se pueden catalogar de únicas, Rubens y su época. Tesoros del Museo Ermitage y Kandinsky y su época. Independientemente de sus exposiciones, en el mismo recinto se pueden contemplar certámenes de cine, ballet o conciertos.

Los responsables del museo Guggenheim de Bilbao, dirigidos desde la casa matriz, han dado toda una lección de cómo se gestiona un museo y lo convierten en elemento tractor del turismo cultural de una ciudad que ha pasado de ser conocida únicamente por su industria a ser citada entre las primeras ciudades turísticas de España por los visitantes extranjeros.

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