El público manda

Miguel Flores, Capullo de Jerez, es un singular personaje en el panorama del flamenco actual. No es cantaor de los que hacen escuela, no está en posesión de refinamientos expresivos de los que marcan diferencias. Lo suyo es de brochazo gordo. Tiene la voz bronca y desarrolla los tercios como quiere, sin atenerse demasiado al dictado de los cánones jondos. Fragmenta las palabras, canta como a golpes. Pero...

El Capullo de Jerez tiene su público, bastante incondicional, y una vez más lo constatamos en esta sala Clamores llena a reventar. Y ya sabemos que en el mundo del espectáculo...

Miguel Flores, Capullo de Jerez, es un singular personaje en el panorama del flamenco actual. No es cantaor de los que hacen escuela, no está en posesión de refinamientos expresivos de los que marcan diferencias. Lo suyo es de brochazo gordo. Tiene la voz bronca y desarrolla los tercios como quiere, sin atenerse demasiado al dictado de los cánones jondos. Fragmenta las palabras, canta como a golpes. Pero...

El Capullo de Jerez tiene su público, bastante incondicional, y una vez más lo constatamos en esta sala Clamores llena a reventar. Y ya sabemos que en el mundo del espectáculo, a fin de cuentas, la regla de oro la tiene en sus manos el público. Se puede ser cantaor deficiente, incluso de poca monta, pero si tiene capacidad para atraer a una audiencia considerable, entonces triunfa. El Capullo la tiene, sin duda alguna, su cante, además, siendo anárquico como es, tiene momentos de emoción y de fuerza convincentes, que enganchan a la audiencia.

El público es el que manda, siempre, con su favor o con su rechazo. Y si no, que se lo pregunten a este cantaor jerezano en una etapa dorada de su carrera.