Los 45.000 animales de L'Oceanogràfic convierten Valencia en un nuevo polo de atracción turística

La inauguración del mayor acuario de Europa permite la apertura gradual de la instalación

El presidente de la Generalitat, José Luis Olivas, inauguró ayer L'Oceanogràfic, la mayor instalación de Europa dedicada a recrear la vida de los mares. La inauguración de los 110.000 metros cuadrados de instalaciones en los que se exhibirán más de 45.000 animales -entre peces, mamíferos y aves- permite la apertura gradual del parque, que hasta el próximo 14 de febrero tendrá controlado el número de visitantes (inicialmente 500 diarios) para que la fauna se adapte adecuadamente a la presencia humana. L'Oceanogràfic pretende convertir Valencia en un nuevo polo de atracción turística.

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El presidente de la Generalitat, José Luis Olivas, inauguró ayer L'Oceanogràfic, la mayor instalación de Europa dedicada a recrear la vida de los mares. La inauguración de los 110.000 metros cuadrados de instalaciones en los que se exhibirán más de 45.000 animales -entre peces, mamíferos y aves- permite la apertura gradual del parque, que hasta el próximo 14 de febrero tendrá controlado el número de visitantes (inicialmente 500 diarios) para que la fauna se adapte adecuadamente a la presencia humana. L'Oceanogràfic pretende convertir Valencia en un nuevo polo de atracción turística.

A ojo de buen cubero, los mamíferos zampan 500 kilos de comida al día, los peces 300
La obra de Candela se ha convertido en un objeto de atracción para arquitectos
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L'Oceanogràfic, situado en el extremo oriental del complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, es un proyecto que bate muchos récords. Con diez espacios temáticos, una cifra estimada de más de 1,5 millones de visitantes anuales, 108 millones de euros de inversión de la Generalitat, tanques capaces de albergar 42 millones de litros de agua salada y 11 de agua dulce, capacidad para reciclar en un día más agua que toda el área metropolitana de Valencia, 25 kilómetros de tuberías y otros indicadores similares, L'Oceanogràfic es capaz de marear sobre el papel. En el interior del recinto, si el visitante es capaz de abstraerse de la muchedumbre, es fácil encontrar un ambiente zen de relax espiritual.

Tras esa imagen de mansedumbre hay toda una pequeña ciudad de especialistas que se ha encargado de armar un espacio singular poblado de seres vivos en el que se representan la práctica totalidad de los mares del planeta. Lo que significa contar con aguas a temperaturas de 12, 18, 21 y 26 grados. Un agua esencial para albergar miles de peces de todos los tamaños y colores y que están condenados, probablemente, a dejar el estrellato en manos de los tiburones toro (10) y los tiburones grises (20), las pequeñas ballenas beluga (2), los leones marinos de la Patagonia (15), las morsas (4) o a los pingüinos de Magallanes, los delfines y los cangrejos gigantes del Japón.

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En total un equipo de 70 personas integradas en el equipo de biología trabajan conjuntamente con otras 40 responsables del equipo de mantenimiento para introducir, mantener y cuidar toda esa espectacular fauna marina. Este grupo, que está conformado por 10 nacionalidades -australianos, italianos, croatas, uruguayos, mejicanos, argentinos, españoles, etcétera- ya ha iniciado una rutina diaria que se inicia a las 7.30 y que empieza con una reunión para establecer las tareas del día y que sigue con el suministro de la comida a los animales -a los cangrejos japoneses un buzo ha de darles los trozos de sepia o calamar con que se alimentan de manera individual- y la limpieza de las instalaciones. Un delfín traga seis kilos de comida al día de arenque, capelinas y estrad. Una dieta que comparten esencialmente el resto de mamíferos. Para los peces, lo mejor es un pienso equilibrado especial importado directamente desde Holanda. A ojo de buen cubero, los mamíferos se zampan 500 kilos de comida al día; los peces, más austeros, sólo 300. Conclusión, son necesarios camiones de 20 toneladas para trasladar hasta las cámaras de L'Oceanogràfic, aproximadamente, una carga semanal.

El proyecto de L'Oceanogràfic no tiene sólo un objetivo lúdico, ya que, como explica Jordi Indiano, el responsable de los equipos de explotación, educación e investigación del parque, el confort del visitante se combina de modo que adquiera conocimientos nuevos. Junto a la posibilidad de realizar visitas guiadas específicas para grupos escolares adaptadas a su currículo escolar, los responsables de L'Oceanogràfic han previsto la existencia de un acuario de los sentidos, un rincón de los niños y un teatro interactivo marino para los más pequeños. Con ello se pretende buscar la interactividad y que ningún colectivo, independientemente de su edad o sus minusvalías, quede excluido de los atractivos que presenta el complejo dedicado a los mares.

El diseño del complejo ha tenido en cuenta las necesidades de los animales y de los visitantes, pero no ha obviado el atractivo arquitectónico. El director del área de ingeniería, Eduardo Nogués, asegura que el centro de visitantes y el restaurante submarino se han convertido en objeto de atracción para arquitectos e ingenieros que quieren conocer las espectaculares "cubiertas paraboloides hiperbólicas", diseñadas por el arquitecto Félix Candela (Madrid, 1919-1997). Según Nogués, la obra póstuma de Candela y la única existente en España -el arquitecto se exilió en 1939 y tiene la mayor parte de sus diseños en México- se han convertido ya en un atractivo más de una obra que va desde la cota cero hasta la cota -11 metros por debajo del viejo lecho del río Turia. Un atractivo que impide ver los depósitos de sal, la planta de cogeneración eléctrica, los 101 filtros de agua y otros elementos indispensables para el funcionamiento de L'Oceanogràfic.

Parques Reunidos, la empresa que gestiona la instalación de la Generalitat, prevé unos ingresos de 30 millones de euros al año. Esta firma tuvo el año pasado un volumen de negocio de 64 millones de euros y calcula que L'Oceanogràfic representará en 2003 un 20% de su facturación total.

La comitiva de autoridades, al fondo, recorre el acuario dedicado al Atléntico en el que se pueden ver los tiburones de L'Oceanogràfic.JESÚS CÍSCAR

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