Crítica:FUSIÓN

Mucho arte

Siempre comprometidos con cualquier causa justa que precise un defensor para cantar su alegato, los Mártires del Compás gozaron e hicieron gozar en el bonito reencuentro que tuvieron en directo con su público madrileño. Éste correspondió dando palmas, cantando y bailando a los sones de Chico Ocaña y los suyos en la hora y media que duró la actuación.

Ganando en calidad de sonido a medida que avanzaba el concierto, los sevillanos desplegaron parte de su vasto repertorio -los entendidos afirman que tienen listas para tocar en cualquier momento nada menos que 57 canciones-, haciendo un exh...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Siempre comprometidos con cualquier causa justa que precise un defensor para cantar su alegato, los Mártires del Compás gozaron e hicieron gozar en el bonito reencuentro que tuvieron en directo con su público madrileño. Éste correspondió dando palmas, cantando y bailando a los sones de Chico Ocaña y los suyos en la hora y media que duró la actuación.

Ganando en calidad de sonido a medida que avanzaba el concierto, los sevillanos desplegaron parte de su vasto repertorio -los entendidos afirman que tienen listas para tocar en cualquier momento nada menos que 57 canciones-, haciendo un exhaustivo repaso a sus cinco elepés hasta la fecha y haciendo hincapié en el último y definitivo Empaquetados al vacío.

Mártires del Compás

Chico Ocaña (voz), Rocío Vázquez (voz y coros), Julio Revillo (guitarra), Manuel Soto (guitarra flamenca), Jesús Díaz (bajo) y Alberto Alvarez (cajón). Sala La Riviera.15 euros. Madrid, 4 de Diciembre de 2002 .

Mil mares

Con un solista en vena al que la garganta le suena a aguardiente del sur, los Mártires navegaron por los mil mares musicales con los que cruzan el flamenco que va con ellos y organizaron una traca de canciones que tuvo algunos de sus mejores momentos en las interpretaciones de Una hora vicentina u Oremus, entre las viejas composiciones, y, en cuanto a las más recientes New York y la extraordinaria Escombros, pletórica de ingenio y oportunidad. Bossa, blues, rap, sevillanas, fandangos, reggae, rock, sonidos africanos y tremendo arte es siempre el espectáculo de Ocaña y sus Mártires, quienes tuvieron en esta ocasión las palabras más bonitas de la noche para la esquina ahora más ennegrecida de España: "¡Galiza calidade, ahora y siempre!". Causas como Palestina, las pateras, los emigrantes y la suerte de los desposeídos encontraron eco también en la voz de un personaje destinado a recoger lo mejor de la herencia de Veneno, combinándolo con una suerte de evolución del flamenco destinada a crear escuela.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En